Ni un alma al amanecer. Solo el ciclista que se apura en
recoger sus cosas. Recorro a pie el camino hasta el puerto de cara al sol
naciente.
Empujo poco convencido en ayunas y mi venganza se consuma
con dos desayunos en ruta, el segundo con huevos fritos, aceitunas y aceite para
untar.
El paisaje y la carretera son hoy perfectos. Ondulados
como los campos del Alentejo en Portugal.
Los restos de la antigua carretera aparecen a trechos
abandonados sin mas compañía que los eucaliptos desmelenados.
Esta zona del Rif es mas rica y mas poblada. Alcanzo la N2
que llegq directq desde Tetuan t al poco el azul de la bahia de Alhucemas se
apodera del paisaje.
Encaramada donde solía, a plomo sobre la ensenada del
Quemado, la vieja Villa Sanjurjo me recibe de nuevo casi veinte anos después de
mi ultima visita,