Mostrando entradas con la etiqueta Jaime. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jaime. Mostrar todas las entradas

miércoles, 3 de octubre de 2018

Las cometas de Negombo

Negombo tiene una playa larga y profunda en la que el banho, casi siempre, es poco aconsejable a causa de las corrientes y el fuerte oleaje.

Por esa razon hay alli pocos entretenimientos: tremojarse en la orilla vestido, tomar helados o pequenhos aperitivos en los carritos que animan la arena. Poca cosa mas.

Pero, mirando el cielo, verdaderamente lejos, hay diminutos puntos de color flotantes, tan altos que parecen estar jugando con las nubes. Son cometas. Construcciones artesanales de bambu, plastico, grapas, cinta aislante e hilo. Mucho hilo.
\
No son cometas acrobaticas ni pequenhos parapentes de traccion que responden a los mandos del navegante con giros, picados y otras cabrioletas. Estas de Negombo tan solo tienen un mando con el que nada mas hay que hacer que mantener un extremo del hilo atrapado con la mano.

Sorprendentemente, la diversion esta en hacer llegar las cometas cuanto mas alto mejor soltando madejas enormes de mas de 300 pies de hilo (aprox. 100 metros)

Llegan a estar tan lejos que aunque sea tu mano la que sujete la cometa la pierdes de vista continuamente, indistinguible de las nubes a esa gran distancia.

El viento impulsa no solo a la cometa sino, tambien, al largo hilo desplegado. Le hace tomar una elegante y larga curva de modo que, a ratos, no parece que la cometa siga sujeta  por tu mano. Es como si las nubes, tan cercanas, tomaran por su cuenta el control.
 
Alla arriba, desde el final del hilo, la cometa se bambolea en silencio. Apenas puede distinguir desde tan arriba quien la sujeta en su prfecariedad, en donde esta la mano que la mantiene cautiva y unida a la tierra.

La cometa bendice al viento que la eleva, el aliado con el que suenha poder adentrarse sobre el mar aun mucho mas alto, como si eso fuera posible.

Las cometas de Negombo han de conformarse con seguir atadas a un largo hilo, mirar de cerca a las nubes pasajeras, regresar al fin al suelo y volver a casa.




Mi hijo Jaime y yo somos muy aficionados a las cometas y aprendimos pronto a hacerlas volar y dejarlas flotar, inmoviles, como la mejor manera de contemplar por largo rato el cielo.






miércoles, 29 de julio de 2015

Mareas

Foto de Jaime en la playa de Tresgandin de Noja

Desde hace años he llevado a mi hijo pequeño, Jaime, a algunos rincones de la costa de Cantabria y Asturias en los que hay marismas y fuertes mareas.

A los dos nos ha gustado siempre esperar con paciencia la retirada del mar o la desaparición de lo que hasta hace unas horas era arena o tierra.

Yo deseaba un viaje juntos en bicicleta, aplazado desde nuestra última expedición por el Carrilet de Gerona en 2013. Y Jaime propuso que el recorrido le permitiera hacer fotos, que son parte de su formación en la Universidad y una de sus aficiones.  

Así que hace unos días, en julio, hemos organizado un corto viaje en bicicleta con la misma motivación de tantas escapadas de su infancia: buscando mareas. Y en esta ocasión, con el incentivo de rodar imágenes para un documental sobre los viajes en bicicleta que, ahora, tendrá que editar.

Ahí van algunas imágenes de aperitivo:







jueves, 29 de julio de 2010

Bicicleta

Tan solo hace unos días que viajé con mi hijo Jaime por el casco antiguo de Barcelona en bicicleta. Es una forma deliciosa de desplazarse por las callejuelas sin tener que vigilar las acometidas del tráfico.

Ayer, como tantos días, rodé de nuevo por el centro en busca de mapas y otros pequeños asuntos pendientes hasta que mi bicicleta, bien aparcada y protegida con candados, se convirtió en una víctima más del asalto de los ladrones en el verano de esta ciudad. Insistentes y dañinos como si de una plaga de mosquitos se tratara estas gentes acechan desde el inicio del día a cualquier ciudadano, con preferencia por los aturdidos turistas extranjeros o por objetos que, como la bici, puedan ser revendidos de inmediato.

Al ver el candado roto y tirado no me disgusté que, como es sabido, es el segundo y peor efecto de una perdida material. Lo que si hice fue recordar esa consistente suerte mía cuando se trata de recuperar las cosas perdidas o extraviadas. Me dije: la encontraré.

Por la noche hice la consabida denuncia en la Comisaría y, también, un anuncio de robo en la web que resultó una tarea más ágil y puede que más eficaz que los resultados que son capaces de obtener los pocos policías impotentes para atrapar a tantos ladrones.

Así que, para ayudar a mi suerte en sus trabajos, me dispongo a merodear esta tarde por la ciudad hasta dar con mi querida máquina.

Mientras..............aquí hay buenos consejos para hacer más difícil que nos quiten nuestra querida bici.

miércoles, 14 de abril de 2010

Jaime

Mi hijo pequeño cumple hoy 16 años.

Ese momento suyo me recuerda un campo de trigo a principios del verano: alto, flexible y fuerte. A punto de llenar sus espigas de grano.

Me quedo una vez m'as contemplándolo en silencio. Esperando sin prisa para verlo recoger su buena cosecha.
 

.