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viernes, 25 de junio de 2010

Camino a Nueva York dos

He llegado hace unas pocas horas desde Madrid al aeropuerto del Prat, en Barcelona, y justo a esa hora de la noche de San Juan y a bien pocos kilómetros los jóvenes se abalanzaban en busca de las hogueras en la playa. Era aún la madrugada cuando la noche más corta del año se llenó de la tristeza que sigue a los accidentes. Es este verano corto de Europa que incita a apurarlo desde la primera hora. Sea pues el sol quien se cuele por entre nuestros días hasta que la oscuridad y la lluvia vuelvan de su breve asueto.

Los días de familia me sientan bien. Me empeño en cocinar para muchos, visito de nuevo los viejos álbumes familiares, converso largo y tendido con la matriarca, me ocupo de los pequeños arreglos que parecen estar esperándome y desmenuzo como siempre las horas de los días distintos.

El contraste de la agitación de la gente menuda y la calma de mi madre me recolocan con facilidad en esa mitad del viaje en la que me encuentro. Así que, muy oportuno, sonrío hoy al leer a los sesudos pensadores sobre la conveniencia de preparar la jubilación con tiempo para que nada nos sorprenda en exceso.

Carlos Lucas, el actor invisible, protagoniza un documental sobre su vida que dirigido por Santiago Aguilar se estrena estos días en España. La película se llama "De Reparto" . Lucas me llamó la atención hace años en su papel del almohadillero Sansoncito en "Justino, un asesino de la tercera edad" No fui capaz de atender entonces a la trastienda del personaje que escondía a un actor tan humilde como este, criado entre músicos de zarzuela modestos e itinerantes, trabajador en un escalón tan infimo de la interpretación que sus papeles no llegaban a secundarios siquiera.

viernes, 30 de abril de 2010

Dolce Vita

Muchas cosas buenas permanecen escondidas y no se dejan ver asi como asi al viajero apresurado. Quizás es esa condición, su apartada presencia, la que provoca el primer sentimiento positivo cuando al fin, paciente, llegas a dar con ellas. Nada es tan estimulante como el hallazgo.

Dolce Vita es un bar perdido entre las callejuelas de Diu.

Un lugar perfecto en el que puedes pedir casi cualquier cosa para comer y beber desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche. Tiene ese encanto inexplicable de un tinglado con cuatro cañas y un puñado de mesas de plástico que también se encuentra en el chiringuito favorito de cada uno en el Mediterraneo. O también, en los misterios íntimos de esa entornada mirada de los parroquianos del cafe Al Hafa en Tanger.



Como en la pelicula de Fellini, en los días y las noches dulces de Via Veneto en Roma, se encuentra en este pequeño bar la sensación de la buena vida.

Cada día consigo encontrar con paciencia algún lugar tan agradable como este bar. Hoy le ha tocado el turno al Hotel Retiro Säo Antonio que esta en la antigua sacristía de una iglesia convertida en museo.


El dueño me ha enseñado una a una todas las habitaciones y luego nos hemos quedado en la terraza en alto, junto a la torre que se ve en la fotografia, mientras el sol se ponía, sin prisa. Comunicando sin entendernos casi nada de nuestro inglés, sin pensar en levantarme de allí, mirando los jirones en los que se habían convertido los trapos-toldo, mirando el cielo por los agujeros y por todas partes, viendo venir la noche despacio, haciendo nada........

Que encontrare mañana?

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