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lunes, 16 de agosto de 2010

Itaparica

Septiembre de 2009.  Bahía de Todos los Santos. Brasil

Mi padre habría disfrutado mucho sentado en donde yo estoy ahora, en un chiringuito de playa dando holgazanería a un domingo. Lo que no puedo saber es cuánto o de qué manera. ¿Qué se yo lo que le pasaría a él por la cabeza?


Estoy en una isla al otro lado de la Bahía, frente a Salvador. La playa está plagada de sillas y mesas de plástico y entre las patas se acumulan botellas de cerveza vacías. No hay una sola toalla sobre la arena y el despliegue de distintos apaños para sentarse llega hasta el confín del agua misma.

Sobre las mesas hay distintos formatos de tuperware con comidas caseras para un domingo de playa y, al lado, las botellas de cerveza Skol de 600 c.c. dentro de su cesto refrigerante.

Las sombras están hechas de palmeras de cocos y troncos de madera con armazones que las imitan en el oficio de dar algo de sombra.

Detrás hay música interminable de un cantor y su guitarra. Melodías tan melancólicas que hacen que los rostros de la gente se pongan serios, algo tristes, mientras sus labios siguen las letras de las canciones.

No hay blancos en la playa de Itaparica. Esta es una playa muy popular.

Creo que me he acordado de mi padre porque este es un lugar perfecto, en su mejor tarde de domingo de los años 60, para conversar sin límite con mi madre en algún pequeño y solitario bar mientras los niños, nosotros, nos perdemos entre las aventuras inventadas en la arena.

viernes, 21 de mayo de 2010

Agua

En indi y en gujarati la palabra "agua" no se si será la misma pero suena igual: pani.

Pani, Pani!!!! Como se escribe?  पानी en hindi y en gujarati podremos saberlo cuando el google traslate lo incorpore como opcion.

Pues bien, aparte de las lenguas de India, Pani es la primera palabra que aprendi en India y la que mas me ha rodeado desde que llegué.


He observado las historias en torno al agua como quien contempla absorto un canal al descubierto en las pendientes laderas del Poqueira, en las Alpujarras granadinas.

En este país de calor inmisericorde y de permanente candidatura a la sequía el agua esta por todas partes. Y esta de India no es un agua insípida, perfectamente canalizada y mínima. No, aquí el agua esta a la vista y es una fuente permanente de experiencias.

Como en las estaciones de ferrocarril en las que no faltan los pilones de múltiples grifos que dispensan agua fría a los viajeros y el mejor de los regalos a los mendigos.

Como en los pozos que agujerean estas tierras en todas partes y que bombeadas y repartidas sobre el terreno hacen el paisaje de un color verde alimentario.

Las tinajas de barro dispuestas por la ciudad en lugares estrategicos, acompañadas de sus vasos metálicos, observadores silentes al ir y venir de los viandantes.

Agua en cantaros apilables sobre las cabezas de las mujeres y de las niñas, que la acarrean sin derramar gota una y otra vez hasta el interior de las casas.

Agua de reunión y charla cuando a las siete de la mañana las mujeres se reunen para hacer la aguada junto al surtidor de agua de boca.



Agua que te ofrecen en todas partes para darte la bienvenida y quitarte la sed y que, fastidiosamente, nunca puedes aceptar para no sorprender en exceso a tu frágil intestino.

Agua  en  grandes cubos en los baños de los hoteles para atender la costumbre india de lavarse con parsimonia y por partes y que yo disfruto vertiéndola de golpe sobre mi cabeza y dejándome llevar de inmediato a la primera infancia. 


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lunes, 3 de mayo de 2010

70 rupias

 
Setenta rupias. Eso es lo que cobra por una jornada en la construcción cada una de las mujeres que acarrean sobre la cabeza la arena, las piedras y el cemento.

En este escalón, el mas bajo de las obras, todas son mujeres. Mujeres de todas las edades, pero sobretodo jóvenes y mujeres niñas de no mas de 12 o 13 años. 

Pequeñas, fuertes y silenciosas repiten su ir y venir desde las 8 de la mañana hasta poco antes de que el sol se ponga, allá por las seis y media de la tarde, plegando una hora al mediodía para comer y echar una cabezada en el suelo.

 

70 rupias es poco mas de un euro, exactamente un euro y veinte céntimos, por un día, cualquier día de trabajo. Y digo un día porque no hay diferencias entre todos ellos y las semanas tienen en este sector, y en casi todos los de India, siete días de trabajo y, eso si, las noches para descansar. 

Por ese precio en cada obra hay mas de una decena de estas mujeres y sustituyen con sus palanganas metálicas sobre la cabeza a las palancas que hacen los carretillos. Con su andar resuelto subiendo y bajando escaleras precarias de madera se prescinden de las poleas y grúas que son, de lejos, las mas útiles herramientas para elevar los materiales.


Esta mujeres viven allí mismo, en las obras. Eligen la estancia mas compuesta y apañan junto a las paredes cartones para aislarse del suelo cuando duermen, cuelgan en cualquier palo su exiguo ropero y en unas piedras, con sus ollas y platillos brillantes confeccionan las comidas.

No hay gastos. Un mes son 30 días. 30 jornales son 2.100 rupias, exactamente treinta y seis euros.


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