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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Blanco y negro

Estas semanas de vuelta a casa, a la rutina, me hacen sentir el cambio como el filo nítido que hace una cartulina negra sobre el blanco de un folio.

Desde esta conocida perspectiva de los días de diario se hacen notar, más aún, los más de cuatrocientos días que he pasado fuera de aquí, fuera de esta vida. En otra vida.


No se trata de recuerdos o evocaciones de esas que hacen que tu cara repose sobre la mano en una melancólica mirada a las fotos o los pequeños tesoros para después de una travesía. No. Es la constatación sin más de que estos días son como son lo que me hacen perder peso y sentir de manera indefinida, gozosa y constante que los otros días eran otros.

Tengo que recordar el agradecerle a alguien el disponer de un software que facilita tanto las cosas. Agradecer el haber aprendido, no se en donde la verdad, a regresar fácilmente a casa para poder irme tan campante.

Son casi las 8 de la mañana. Viajo en un autobús urbano rumbo a mi oficina. Sonrío. Se ya que los sueños se llevan a cabo. Que casi todo es posible. Hay más cuatrocientos días esperando.


“Hoy, antes del alba, subí a las montañas, miré los cielos llenos de luminarias y le dije a mi espíritu: 'Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría que contienen, estaremos tranquilos y satisfechos?'

Y mi espíritu dijo: 'No, ganaremos esas alturas sólo para seguir adelante'”

Walt Whitman

domingo, 25 de julio de 2010

ALSA

Esta compañía española de autobuses se relaja en la ausencia de competencia. Los tres principales condiciones para un viaje en autobús no son para ALSA una ocasión para conquistarte sino una forma de causar perjuicios gratuítos a sus pasajeros. Así que viajar de Santander a Barcelona solo puede hacerse con ellos y resulta caro, lento e incómodo.

El billete cuesta 50 euros y la duración del viaje alcanza casi las 10 horas de las que hasta tres las invierte en recorrer los 170 km. que hay desde el origen a tomar la A-68 a la altura de Miranda de Ebro.
Con mucho lo peor es la INcomodidad del trayecto que sale de Santander a las 21 horas. En cada parada en medio de la noche se encienden todas las luces interiores y el conductor anuncia por megafonía la estación a pesar de las evidenias; en lugar de un alto a horas razonables para tomar algo de cena y estirar las piernas la parada se produce a las tres de la madrugada en la cochambrosa área de servicio de Alfajarin, en las cercanías de Zaragoza. Las puertas permanecen abiertas aunque parte del pasaje duerma y la noche sea fría. Los equipajes no están bien controlados y no hay medidas para que nadie salvo tú pueda retirar sus pertenencias de la bodega. Y así una y otra vez cada día.

Solo si los usuarios nos quejamos hasta hacernos oír podrá mejorar esta situación.