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jueves, 4 de octubre de 2018

miércoles, 3 de octubre de 2018

Las cometas de Negombo

Negombo tiene una playa larga y profunda en la que el banho, casi siempre, es poco aconsejable a causa de las corrientes y el fuerte oleaje.

Por esa razon hay alli pocos entretenimientos: tremojarse en la orilla vestido, tomar helados o pequenhos aperitivos en los carritos que animan la arena. Poca cosa mas.

Pero, mirando el cielo, verdaderamente lejos, hay diminutos puntos de color flotantes, tan altos que parecen estar jugando con las nubes. Son cometas. Construcciones artesanales de bambu, plastico, grapas, cinta aislante e hilo. Mucho hilo.
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No son cometas acrobaticas ni pequenhos parapentes de traccion que responden a los mandos del navegante con giros, picados y otras cabrioletas. Estas de Negombo tan solo tienen un mando con el que nada mas hay que hacer que mantener un extremo del hilo atrapado con la mano.

Sorprendentemente, la diversion esta en hacer llegar las cometas cuanto mas alto mejor soltando madejas enormes de mas de 300 pies de hilo (aprox. 100 metros)

Llegan a estar tan lejos que aunque sea tu mano la que sujete la cometa la pierdes de vista continuamente, indistinguible de las nubes a esa gran distancia.

El viento impulsa no solo a la cometa sino, tambien, al largo hilo desplegado. Le hace tomar una elegante y larga curva de modo que, a ratos, no parece que la cometa siga sujeta  por tu mano. Es como si las nubes, tan cercanas, tomaran por su cuenta el control.
 
Alla arriba, desde el final del hilo, la cometa se bambolea en silencio. Apenas puede distinguir desde tan arriba quien la sujeta en su prfecariedad, en donde esta la mano que la mantiene cautiva y unida a la tierra.

La cometa bendice al viento que la eleva, el aliado con el que suenha poder adentrarse sobre el mar aun mucho mas alto, como si eso fuera posible.

Las cometas de Negombo han de conformarse con seguir atadas a un largo hilo, mirar de cerca a las nubes pasajeras, regresar al fin al suelo y volver a casa.




Mi hijo Jaime y yo somos muy aficionados a las cometas y aprendimos pronto a hacerlas volar y dejarlas flotar, inmoviles, como la mejor manera de contemplar por largo rato el cielo.






lunes, 24 de septiembre de 2018

Las manos del te



En las montanas del centro de la isla de Sri Lanka viven los arbustos de te. El te de Ceilan.

Colinas por encima de los mil metros de altitud bajo un regimen de dias calurosos y noches frescas en el tropico, a tan solo 6 grados de latitud norte sobre el eduador/

La recoleccion de las hojas de te nunca cesa. No hay temporada. Cada dia, en orden, hay que arrancar las hojas nuevas que son de un verde claro intenso.

Son mujeres las que se ocupan de esta tarea. Un saco de boca grande y abierta a la espalda y un bambu para senalar el margen de su trabajo. Incansables, arrancan las hojas, forman un pequeno manojo y las lanzan al saco por encima de sus hombros.

Sua manos estan desnudas, cuarteadas, asperas y duras. Entre risas, un grupo de recolectoras me preguntaron sobre mi antiguo oficio y tomaron mis manos como credencales de que lo mio no habia sido el trabajo manual.

Una oleada de mujeres, como si fueran brisa, pasa cada dia sobre los campos de te. Deslizandose pendiente abajo por estrechos senderos que separan las hileras de arbustos y que les obliga a proteger sus piernas con sacos del duro contacto con las ramas. Mujeres de todas las edades. Las manos del te.