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domingo, 16 de mayo de 2010

Kurta

He traído conmigo, para este largo viaje, un exiguo equipo de vestuario: Un pantalón, y tres camisetas, incluyendo lo puesto y el repuesto. Como quiera que esta misma impedimenta ya me acompañó a Salvador de Bahia ha empezado a caerse a pedazos a la mitad de este otro periplo.

Me veo, por tanto, en la urgente y decorosa necesidad de reponer algo de mi vestuario sobre la marcha. Lo primero que he hecho ha sido elegir el estilo de ropa que aquí se diferencia mucho entre el moderno, vaqueros y camisas estampadas de manga larga o camisetas, y el tradicional que con variaciones esta formado por pantalones blancos y camisas blancas sin cuello que bajan hasta la cintura o hasta las rodillas. Tambien esta el dhoti, como el que llevaba Gandhi, pero quizas me pasara un poco.

Esta claro, desde el principio me he inclinado por lo tradicional: el kurta.



Este atuendo de dos piezas es muy amplio y apenas tiene costuras. Puede ser de tela sintética o de algodón y puede ser blanco o blanco azulado. He elegido de algodón y blanco azulado. El kurta, además, es muy económico y sale por entre 200 y 500 rupias ( de 2 a 9 euros).

Con este estudio, como se puede ver al detalle, me puse a indagar como hacerme con uno para mi y enseguida me encontré con el gesto pesaroso de los diligentes comerciantes a causa de mi estatura. Las tallas mas grandes no pasaban de la 42 y, a su entender y después de sopesarme con su mirada, lo mio debía ser una 46, incluso una 48.

Así, con tan poco porvenir pero bien pertrechado de paciencia he ido tienda por tienda e incluso he aceptado probarme piezas que saltaba a la vista que no me entraban pero que, a cambio, nos hacían reír a todos mucho.


En el postrer intento, a las 6 de la tarde del día anterior a mi madrugadora partida de Diu, un vendedor me ofreció la solución luminosa de confeccionar un kurta a mi medida. A pesar de que le dije que mi autobús partía a las 7 de la mañana para Veraval hizo un contacto telefónico con su sastre que, en tres minutos, aparecía por la puerta tan sonriente y armado con un metro de los de caja de costura. Mi conseguidor extendió varias piezas de tela sobre la mesa mientras el sastre tomaba medidas, no mas de tres la verdad, y pedía decisiones sobre algunos aspectos importantes de “mi kurta’. Bolsillos? Longitud? Botones ?

En unos minutos se hicieron las cuentas de la tela necesaria, se corto la pieza elegida y discutieron sobre el coste de la mano de obra para conseguirme una rebaja a pesar de las urgencias. Precio convenido: 300 rupias por la tela y 225 por hacerlo. Quede citado en la propia tienda una hora y media mas tarde...............



Ahora, cuando escribo estas notas sentado en la estación de Varaval esperando el tren a Junagadh, pongo mi atención en que el kurta que hay en lo alto de mi mochila no se arrugue mas que lo imprescindible.


Sonrío, también, al pensar que mi hermano Alberto aun no sabe que, terminado este viaje, el kurta le servirá de pijama para desayunar con sus hijos los domingos por la mañana.

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lunes, 10 de mayo de 2010

Simbor

Los ideogramas de algunas lenguas, como las chinas o el japones, encierran en un solo signo conceptos o ideas complejas a partir de una imagen.



Para nosotros, las letras son poca cosa tomadas una a una pero algunas palabras evocan por si solas un caudal, a veces muy intenso, de sensaciones y nos provocan toda clase de emociones.

En el bar Dolce Vita de Diu, hay una especie de tablón de anuncios en la pared con mapas y algunos impresos turísticos. También hay a un lado un pequeño croquis hecho a mano que parece un plano del tesoro. Y lo es. Indica la manera de llegar a Simbor, a unos 30 kilómetros de distancia de Diu.

Hace unos días había leído en un blog sobre India la recomendación de acercarse a ese lugar.

Asi que llegue a Simbor en mi motilla en una de estas mañanas por cruces, puentes, atascos, carreteras sin asfaltar y, finalmente, un camino que termino siendo senda. En la aldea hay poco menos que nada. Solo pueden verse chozas de palma y unas barcas volcadas en la marea baja.

Camine lentamente, con las manos juntas a la espalda, por secaderos de pescado, parándome en cuclillas junto a los carpinteros de ribera y saludando a los niños que querían a toda costa ser fotografiados y ver luego el resultado entre risas.

La aldea era completamente abierta, sin nada que impidiera el paso pero, al tiempo, había vallas invisibles que preservaban el verdadero interior del pueblo. Por suerte eso sique siendo un misterio.

Había en mi cabeza un montón de palabras prestas a salir a hacer la crónica del hallazgo: Pobreza. supervivencia, aislamiento, ….Las guarde de inmediato. Para nada me servían.

Rebusque entonces palabras mas apropiadas: Simplicidad, adornos, días largos, cercanía, luz, niños, aire limpio, viento, vida…

Solo con volver a mirar estas fotos, al instante, surgen esas palabras, sensaciones, sentimientos.



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martes, 4 de mayo de 2010

Rumeji


“la franqueza se debía a la seguridad de que no volveríamos a vernos”

Este hombre reseco como una rama de estos campos me hablo en portugués en cuanto me echo el ojo, sin preguntar siquiera. En Fudam me senté junto a el en una confortable hamaca y conversamos un buen rato.

Nacido en Diu, en 1933, Rumeji acepto la oferta de los portugueses para ir a trabajar a Mozambique, como hicieron otros muchos indios de esta zona.

Empequeñecido por la edad el hombre pugnaba por recordar a los ojos del forastero que el había hecho otras cosas durante su vida, además de vigilar un kiosco de chucherías que atendía en ausencia de su hijo.

Allí, a la costa Africana, se traslado con toda su familia a Kanimambo que es hoy un apetecido destino para los turistas de la Republica Sudafricana.


Allí paso 25 años bajo la formula de “casa, comida e roupa lavada” que es como llaman los portugueses a laborar y vivir en el lugar de trabajo, como los españoles en las vendimias francesas.

Mi companero africano me miraba entretenido en este mediodía de sábado porque, como el dice: Gosto de falar portugues. Yo pienso exactamente lo mismo.

Sin que yo se lo preguntara me dijo que regreso tras la Guerra de independencia de Mozambique porque los africanos no querían mas ni a los indios ni a los portugueses. Pero a ellos, decía mirándome, no les gusta trabajar.

Para compensar esa imagen de haraganería de los africanos le hable de la pujanza de Angola y de como en los últimos años se había convertido en destino de emigracion de muchos nordestinos del Brasil.

 
Le pregunte por los nietos que le merodeaban, por sus hijos nacidos aqui y alla, por los asuntos mas cercanos como la iglesia de Fudam, cerrada y maltrecha. Me contó que intentaron hacer un hotel pero que a la llegada del nuevo cura lo mando cerrar, al darse cuenta de que era aprovechado por hombres que llevaban allí mujeres a fornicar y eso no parecía lo mas apropiado para una iglesia. 

Quede pensando un momento sobre la multiplicación que representa la estricta idea sobre el sexo de los indios, la visón de un cura católico e indio al respecto y, todo ello, en esta pequeña población rural.

El sábado hizo amago de dejarnos allí junto al muro conversando pero yo me di cuenta de como aligeraba el paso con las horas de la la tarde. Me despedí alegre de Rumeji y tome el mismo camino del sol poniente hasta encontrarme con la playa de Nagoa.




 


domingo, 2 de mayo de 2010

Idiomas

Es cierto. Tengo que confesarlo, pero por lo que mas siento no entender el ingles es por no poder enterarme de casi nada del Times of India. Cada día lo compro por 2,5 rupias y corresponde al día anterior, pero a mi eso no me inquieta cuando con el bajo el brazo me encamino a mi desayuno con noticias en el Dolce Vita de Diu.


Este asunto de los idiomas no siempre es sombrío. En ocasiones te regala una diversión.

Estaba yo sentado en un escalón del mercado de Daman pelando con parsimonia una manzana cuando un policía queriendo ser gentil intento trabar conversacion conmigo, en ingles por supuesto.

Al ver que mi ingles practicamente no existe -el suyo soy incapaz de valorarlo- me pregunto muy ufano que si hablaba portugués. Se me ilumino la cara. A el también, al ver tan gran oportunidad de confraternizar, pero............-de portugués si que entiendo mas- el policía no tenia ni idea de portugués.

Creo que me lo pregunto dando por hecho el que mi respuesta seria negativa. O mejor aun, creo que el piensa que eso que no habla es portugués.

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viernes, 30 de abril de 2010

Dolce Vita

Muchas cosas buenas permanecen escondidas y no se dejan ver asi como asi al viajero apresurado. Quizás es esa condición, su apartada presencia, la que provoca el primer sentimiento positivo cuando al fin, paciente, llegas a dar con ellas. Nada es tan estimulante como el hallazgo.

Dolce Vita es un bar perdido entre las callejuelas de Diu.

Un lugar perfecto en el que puedes pedir casi cualquier cosa para comer y beber desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche. Tiene ese encanto inexplicable de un tinglado con cuatro cañas y un puñado de mesas de plástico que también se encuentra en el chiringuito favorito de cada uno en el Mediterraneo. O también, en los misterios íntimos de esa entornada mirada de los parroquianos del cafe Al Hafa en Tanger.



Como en la pelicula de Fellini, en los días y las noches dulces de Via Veneto en Roma, se encuentra en este pequeño bar la sensación de la buena vida.

Cada día consigo encontrar con paciencia algún lugar tan agradable como este bar. Hoy le ha tocado el turno al Hotel Retiro Säo Antonio que esta en la antigua sacristía de una iglesia convertida en museo.


El dueño me ha enseñado una a una todas las habitaciones y luego nos hemos quedado en la terraza en alto, junto a la torre que se ve en la fotografia, mientras el sol se ponía, sin prisa. Comunicando sin entendernos casi nada de nuestro inglés, sin pensar en levantarme de allí, mirando los jirones en los que se habían convertido los trapos-toldo, mirando el cielo por los agujeros y por todas partes, viendo venir la noche despacio, haciendo nada........

Que encontrare mañana?

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martes, 27 de abril de 2010

Truman


Demasiado perfecto. Creo que lo hacen a propósito para impresionarme y lo consiguen.

Estos pasajeros del autobús publico de Bavnagar a Una se turnan como los actores del show de Truman para hacerme compañía. Yo, como es lógico, hago como si no me hubiera dado cuenta de nada.

Algo en esta misteriosa organizacion ha debido de fallar porque el autobús originario, en el que iniciamos el viaje a las 6 de la mañana, se ha quedado aparentemente averiado en Mahuba y nos han obligado a todos a bajar; a los extras y a mi.



Al incorporarnos a otro vehículo, igual de destartalado y que ya venia lleno de otros actores, no había sitio para todos. Eso ha sido un poco mas de una hora dando tumbos en pie y con mochila en el estrecho pasillo de aquel trasto. Que realismo!!

Me supongo que los actores tienen su horario según convenio y las trade unions indias, pero así como a primera hora, hasta las 9 de la mañana, todos los pasajeros eran hombres con atillos o bolsas de plástico entre las manos, a partir de esa hora han desaparecido por completo los de las bolsas y se ha llenado el convoy de mujeres con niños. Eso seguro que es porque los niños sales mas baratos a la productora. También ha subido una representacion de hombres viejos. Estos últimos con el vestuario tradicional me parecieron muy bien caracterizados.

Al llegar a Una, cerca ya de Diu, ya no me cabía ninguna duda:Eran todos actores, porque no quedo nadie de los que emprendieron el viaje conmigo 6 horas y 250 kilómetros antes. Tan solo el revisor.

Creo que este si que era un revisor de verdad.

(Enlace sobre Diu en portugues. Y una imagen.)
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