jueves, 22 de junio de 2017

Alberto

Dicen nuestros hermanos que Alberto es el único de los cinco que es geográficamente europeo. Los demás, somos españoles nacidos en África, como los canarios.

Digo yo que será esa condición ilustre, la de un europeo de Asturias, lo que le hace tan duro de pelar, entre otras gracias.

Hace años que se interesa por mis proyectos de viaje, sobretodo si es a lugares cercanos que le permitan acariciar la idea de unirse, aunque sea por unos días. Ya hicimos dos viajes extraordinarios a Marruecos, de mochileros, con dos de nuestros hijos el de 2008 y el segundo con otro chico suyo en 2012.

Pero el primer reto serio vino cuando le esperé en Marraquech para asaltar juntos en bicicleta el Atlas, en 2013.

Caminar también le ha interesado y este año, en la costa portuguesa más a tiro de Madrid, se ha apuntado a tres etapas, para no desatender su trabajo.

Alberto es fuerte, pero creó que continuados esfuerzos de juventud en la exigente academia militar del Talar le han dejado averías, de las que esperan silenciosas durante años.

El cuerpo de Alberto se pone a darle la lata a la primera oportunidad. A los 5 kilómetros de haber empezado la etapa, pongamos. Y luego todos los rincones de un cuerpo tan grande, en orden, quieren su momento: la esquina de un dedo, las ampollas, el hombro, la espalda. Un concierto.

Pero van pasando los kilómetros, las horas y los castigos y él no afloja en ningún momento, no se queja, no maldice, no pide tregua. Aguanta.

Camina delante de mi. Con sus molestias pero con su paso consistente. Llegó a olvidar que mi experiencia está para protegerle. Yo tan sólo le miró caminar y me hace sentir muy bien.

Le sigo.

Ver vídeo: https://youtu.be/JiCkD8RxFPU

lunes, 19 de junio de 2017

Felicidade

Da igual por donde viaje y la práctica extravagante que me lleve allí, mochilero o ciclista o caminante, en todas partes encuentro buena gente.
Guadalajara. México. 2015

En un pueblo del Rif, cerca de Annual, sin posibilidad de alojamiento alguno, en donde un panadero que no hablaba otra lengua que la suya me cobijó en su casa.
La familia de Sara y Adolfo. Guerrero Negro. México. 201
En incontables sitios de México, en donde buena gente convirtió un hotel en hogar para mi, gente que me mostró el cielo rojo sobre las salinas, la que me encomendó el cuidado de la casa en una larga ausencia, los que me regalaron un desayuno familiar de año nuevo que término por la tarde, o la joven y su hijo que me convirtieron, en Chiapas, en uno más de la familia y de donde tanto me costó marcharme.
Tully y sus ciclistas. La Paz. México. 2015

Familia en el Mekong. Vietnam. 2013
En una isla del Mekong donde una familia extensa me invitó a compartir una importante celebración y me asignó un intérprete de inglés de 9 años que disimuló tan bien su flojera en esa lengua como yo.
Kro Konh. Camboya. 2012
En Santa Lucía, Chile, donde una mujer me ofreció su casa por entero cuando sólo llegue para preguntar por si daban comidas.
O'Higgins. Chile. 2015
En el Chaco, Argentina, donde una familia nos hizo de un día para otro amigos y sus invitados de Navidad.

En Trasierra, Córdoba de España, donde en un anochecer sin alojamiento dos mujeres nos acogieron en todos los sentidos posibles.

En La Farola, cerca de Baracoa, Cuba, en la que unos campesinos nos cedieron su propia cama y conversamos sin prisas en la oscuridad más completa.

Mohamed, Mireya, Sara, Tully, Enrique, Lidia, Alejandría, María, familia Gaspoz, Rafi e Inma, Rubén y Alicia.......Estos son sus nombres pero todos podrían llamarse igual: Buena Gente. He encontrado aún más gente así. Sólo he citado a un puñado.

Hoy he detenido mi caminar cuando más apretaba el sol y me he cobijado en una panadería en la que me han tratado muy bien. A esta gente no la conozco. Cuando les  he pedido la clave del WiFi me ha respondido una joven: "felicidade"

Alguien que elige una clave así, que nadie necesita que la repitan, es seguro que también es Buena Gente.

También un portugués, el navegante Vasco da Gama, llamó a Mozambiqueño "terra de boa gente"

miércoles, 14 de junio de 2017

Ni puntos ni rayas

Camino sin justificación alguna. A menudo he pensado que fueron los estímulos geográficos de mi padre los que me hicieron acoger el periplo de la Península Ibérica como un proyecto. Puede que demasiado grande para mi.


Apenas recuerdo alguna frase de una canción de Rosa León, de los primeros setenta, que trataba del amor de dos jóvenes separados por ríos y montañas, por puntos y rayas que habrían de saltarse para el reencuentro.

Miraba hoy el bosque que tenía delante. Pinos, alcornoques, monte bajo de secano. Y pensaba que en los caminos no había separaciones, ni barreras, ni fronteras entre municipios o regiones o países. Ni puntos ni rayas.

Cuando miro hacia delante y puedo recorrer cientos de kilómetros de una misma cosa. Homogénea, rica en huella humana, en trabajo. Es esta Península nuestra.

Ver vídeo del secarral

Para escuchar la canción Punto y Raya: https://youtu.be/BwpEuzikm9Q


viernes, 9 de junio de 2017

Delicados

Ya se que el convaleciente soy yo y que debo tomar, y tomo, todas las precauciones: que si evitar el sol, hidratarme, no forzar..
Pero en realidad mi hermano Alberto es el que acapara toda nuestra atención por su propension a las averías.

No hemos perdido ojo a las visicitudes de la caminata, las botas, las piedras del camino, las rozaduras y, con todo, a los 10 km de etapa hemos empezado a padecer multiples y acumulativos achaques. Conservamos la calma y el buen humor pero parecía que nuestro "pegaso" terminaría por pararse en cualquier momento mientras del radiador salían humo y gemidos.



Con humildad hemos hecho los últimos kilómetros en los mullidos asientos de dos samaritanos motorizados y para redondear el día nos hemos entregado al franco con batatas.


Tumbados en nuestro Hostel, sobre colchones nuevos y firmes, apreciamos nuestro merecido confort y casi estamos a punto de olvidar la larga y reciente noche en el bus de ALSA entre Madrid y Setúbal, la fría acogida de la ciudad oscura y vacía cuando aún no han dado las 5 y el amanecer parece no tener prisa.

Para ser tan delicados no ha salido nada mal este soleado día de junio.








lunes, 5 de junio de 2017

De nuevo en el camino

Vuelvo a las andadas, nunca mejor dicho :-)

En unos días regreso a Portugal a seguir caminando por su fachada atlántica desde el punto en que lo dejé el año pasado. Retomaré en Porto Covo, cerca de Sines, la ruta al norte que me lleve hasta Setúbal, Lisboa y Nazaré.

El año pasado ya pude hacer un buen trozo de "Península" , recorriendo todo el Algarve y doblando el Cabo San Vicente hacia el norte sin sufrir ningún contratiempo. Creo que aprendí de los errores de entonces (la travesía de 2015)

En realidad, aun en junio, debería estar rodando en mi bicicleta por Tanzania, descendiendo desde El Cairo a Ciudad del Cabo en la que iba a ser mi travesía más ambiciosa. La suerte fue que mis preparatorias revisiones médicas permitieron detectar un cáncer de pulmón antes de que me hubiera quedado hecho trizas en esas carreteras de África.

Pero aquí estoy de nuevo, tras meses de tratamiento, con todo eánimo para acometer una travesía más. Encima con la alegría de que las tres primeras etapas estaré acompañado de mi hermano Alberto. Una compañía perfecta.

Rodando en Atlas. 2013
Con todas las programaciones de hospital y aun así no he descuidado mi entrenamiento. He caminado casi a diario desde mediados de abril aunque más moderadamente que otros años. He reducido algo el peso de mi mochila, hasta los .850 gramos, y por prudencia reduciré las etapas tanto como sea necesario. Mas que nunca voy a disfrutar!!

Este es mi plan:


Mi hoja de ruta tiene ahora etapas menos ambiciosas y un comienzo más moderado en las distancias a recorrer. Ya tengo afinadas mis primeras noches, entre albergues de juventud portugueses, acogedores y económicos, y las literas de los guest house que proliferan en el litoral portugués.

Vuelvo confiado a Península, mi gran viaje de pequeños pasos.  Esta es la duodécima vez que me pongo en camino para intentar recorrer el contorno de la península en la que vivo.  Pura geografía.  


Los días son muy largos en junio y un aire limpio y caliente invade los caminos. Las mañanas caminando junto al mar se harán tibias y azules. Es hora ya de encontrarme de nuevo en Portugal, entre portugueses, tan calmados y pacientes. 

Estoy preparado.

jueves, 1 de junio de 2017

jueves, 6 de octubre de 2016

La travesía de Baja California en Rodadas

La revista digital Rodadas, que reúne a los aficionados a viajar en bicicleta, ha alojado entre sus viajes por América el que hice entre 2015 y 2016 desde Los Ángeles hasta la Paz.


Pica este enlace para leer más.




Y también ha incorporado la guía, con otro contenido, dentro del proyecto "Panamericana", pensado para los cicloviajeros que atraviesan el continente entero.


Pica este enlace para leer más







lunes, 3 de octubre de 2016

Sierra Morena. Un tramo en bicicleta


Agosto de 2016


La Sierra Morena es un espacio geográfico que habita en nuestra memoria. Aparece como escenario de la historia de las fronteras medievales, de las leyendas modernas de bandoleros e invasores y de los tiempos actuales de puesta en valor de los espacios naturales.

Sobre el terreno sorprende un territorio tan amplio, escasamente habitado, en el que pueden sortearse las vías de comunicación, atravesar bosques y secanos en donde no se espera a nadie y, en verano, resistir el calor envuelto en un silencio ardiente y pacífico.

Sierra Morena se presta a un recorrido con continuidad, a pie, a caballo o en bici, que va desde la frontera portuguesa hasta Despeñaperros, con más de 500 kilómetros de carriles, veredas de trashumancia y caminos, siguiendo el GR 48 por las provincias andaluzas de Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén. En esta ocasión, la travesía abarcó algo menos de la mitad del recorrido posible, desde Santa Olalla de Cala, en Huelva, hasta Cerro Muriano, en la provincia de Córdoba.

Entre la meseta castellana y la depresión del río Guadalquivir, la Sierra se presenta ondulada, predominando una sucesión de colinas entre los 150 y 250 metros de altitud y algunos collados, de laderas normalmente suaves, que pueden alcanzar los 400 metros de altitud. No hay cursos reseñables de agua y si algunos pantanos en la ruta o muy próximos.



¿Cuál es la mejor época para ir?

No hay duda de que en la primavera o el otoño, con sus temperaturas moderadas y las vistosa transformaciones del paisaje que ofrecen esas estaciones, son los días ideales para adentrarse en estos caminos. En nuestro caso, el reto ha sido rodar en pleno verano. Sin duda es desaconsejable, pero apto para gente intrépida y, al tiempo, prudente.


Como cabe imaginar, los días resultaron abrasadores, con temperaturas máximas diarias que no bajaron de 32 grados y que llegaron a alcanzar los 36 o 37 al aproximarnos al Guadalquivir. Las noches fueron menos agobiantes, con temperaturas entre los 21 y los 24 grados.



Estas temperaturas nos llevaron a la búsqueda de distintas estrategias para aminorar su impacto. Teniendo en cuenta que no conseguíamos salir antes de las 9 o 9,30, el mejor plan resultó ser rodar hasta las 14 horas (12 hora solar) tirar la lona bajo una encina y dejar pasar las peores horas comiendo, dormitando o conversando, hasta que se retomaba la marcha a las 17:30 o 18 horas hasta las 20, o algo más si era necesario.


Para leer más y tener una guía completa, picar este enlace:


http://400dias.blogspot.com.es/p/sierra-morena-de-santa-olalla-cerro.html

sábado, 30 de julio de 2016

Una mañana en Ojos Negros

La felicidad de un ciclista tiene mil caras. Infinitas posibilidades de las que la mayoria son sencillas y accesibles.

Esta mañana en Ojos Negros, cerca de Ensenada, estoy feliz porque no tengo ruta. Descanso. Un día sin pedalear es verdaderamente felicidad para un ciclista. Y que me dices de desayunar sentado en un banco conversando sobre vinos con un par de nuevos amigos?

Y si contamos con que desperté en una buena cama, sin horario, sin nada que hacer hoy en todo el dia?

Felicidad como comprobar que al final de una cuesta infinita no puede esperarse otra cosa que una bajada tendida; detenerse unos minutos a tomar aliento y llevar un buen par de galletas para festejar el momento; parar en un subway y poder charlar un rato con tu chica a 10.000 km y a 9 horas de distancia. Correr la cremallera de tu diminuta tienda y sentirte bien cobijado y rodeado por las elegidas piezas de tu equipo de cocinar y de dormir confortablemente.

Esta mañana en Ojos Negros se reunen todos los motivos de felicidad. Descubri, además, que en este minimo pueblo tambien hay biblioteca. Voy para alla. Extasis del ciclista.

jueves, 9 de junio de 2016

De vuelta


Hoy me he despertado de vuelta a la vida normal.

Cuando dejo de caminar, como de pedalear sobre la bicicleta, llega este día de cambio, de desconcierto.

Parece ser que el viaje ha terminado. Un reto que se ha conseguido y habría que celebrarlo. Pero, en realidad, yo no veo una línea en el suelo que diga "meta".



Siento tan sólo una suspensión, un tiempo de descanso, y al levantar la mirada del suelo trato de imaginar hasta donde llegaré la próxima vez.

Hoy toca volver a los días confortables. Regresar a la vida bien organizada y alejada de la intemperie de los caminos. Descanso para el cuerpo y alivio a la soledad de estas jornadas de junio.

Amor, familia y amigos. Ahí está de nuevo mi recompensa.

Vamos ahora a "andar" la vida.




martes, 7 de junio de 2016

Etapas largas

Llamó así a las jornadas en las que camino más de 30 kilómetros. Para mi son "etapas reina",  en homenaje a los días duros de los ciclistas de ruta.

En esta sesión portuguesa de Península, para doblar al fin el Cabo de San Vicente,  he hecho dos de estas etapas. Una el sábado desde Raposeira a Arrifane de 35 km y otra ayer de Ocedeixe a Almograves de 32 km. En los días días hacía calor, aunque moderado

Hay que pensárselo bien antes de lanzarse a esas distancias. Las cuatro reglas adicionales de mi preparación que sigo para estos casos son:

Preparar la tarde anterior tres raciones de espaguetis con carne y tomate. Una para cena, otra para desayuno y la última para el camino.

Empezar y terminar la jornada lo antes posible e intentar no sobrepasar las 8 horas en ruta.

Ser riguroso en los descansos. 5 minutos cada hora, sin sentarse, y dos descansos intermedios mayores de 20 minutos para comer y 20 para el café+cocacola de la sexta hora.

Mantener en todo momento la concentración y alimentarla de estímulos positivos.

Tantas horas caminando sólo dan para mucho. A veces me crezco y pienso en alcanzar el hito de los 40 km pero al siguiente rato me entretengo quitándome tan peregrinas ideas de la cabeza.

Quien sabe!

jueves, 2 de junio de 2016

Me guarda el silencio


La mayor parte del tiempo transito por caminos vacíos.

Es verdad que en algunas playas o en pequenhos pueblos costeros se agitan los primeros turistas de la temporada pero en tantos kilómetros puede decirse que no hay nadie.


Todo el ruido sale de mis pasos: el golpe ritmico de mis palos contra el suelo, la caída suave de mis botas a cada paso y el aire silencioso que choca con mis orejas.

Afuera, es el silencio el que me guarda. El que se queda cuando ya me pierdo en un recodo



lunes, 30 de mayo de 2016

Guías azules



Ya me he acostumbrado a ir sin mapa de papel en la mano. Descargo en el móvil los tramos que necesito y el teléfono es capaz de mostrarme  la zona por la que transito sin tener siquiera conexión, ni de datos ni de internet.

Pero en realidad no es esta novedad lo que me ha hecho dejar el plano de papel en casa. Es ese punto azul que parpadea en la pantalla y que me dice en donde estoy. En realidad, mirar una y otra vez el mapa de papel era una indagación sobre en dónde podrías encontrarte. Sin este dadto de nada podía hacerse sobre la dirección a tomar.

Así que con mi pequenho punto azul que parpadea sigo mi rumbo hacia el oeste por la costa de Portugal. Pero mi confianza no es completa. Otro azul, el mar, acota mi camino y la Ría Formosa con sus mil brazos en torno a Faro hace sus propios trazos sobre la tierra. Si no vigilas el azul del agua termina por cerrarte el paso y darte la vuelta.

Trato de dejar el azul del agua siempre a mi izquierda, al sur, Agua azul al sur y marca azul en la pantalla que enciendo sobre mi mano.









lunes, 23 de mayo de 2016

De nuevo en camino. Península.

Vuelvo a las andadas, nunca mejor dicho :-)

En dos días regreso al sur. Retomaré en Ayamonte la ruta hasta el Cabo de San Vicente que dejé atascada el año pasado por una lesión en el pié. Confío en haber aprendido de los errores de entonces.

¿He hecho los deberes? Creo que si.

Lo primero fue jubilar a mis viejas botas que llevaban ya un montón de viajes y comprar otras que he ablandado con paciencia desde el verano pasado.


Además, este año he entrenado a conciencia: Han sido 41 sesiones desde que volví de México a principios de febrero. Desde inicios de marzo abandoné la bici y tan solo he caminado. Habré entrenado en este tiempo unas 70 horas y recorrido más de 350 kilómetros. En mayo añadí a mis entrenos los palos nórdicos y la mochila en lastre de 5 kilos. Predominantemente subiendo y bajando de la sierra cercana a casa.

También he mejorado mi equipo con una nueva mochila con adaptación a mi espalda y he suprimido el equipo de acampada a excepción de un saco de dormir ligero.


Mi hoja de ruta tiene ahora etapas menos ambiciosas y un comienzo más moderado en las distancias a recorrer. Ya tengo afinadas mis primeras noches, entre albergues de juventud portugueses, acogedores y económicos,  y la hospitalidad de mis amigos de couchsurfing en Olhao, Faro y Loulé.  

Vuelvo confiado a Península, mi gran viaje de pequeños pasos.  Me parece que esta es la undécima vez que me pongo en camino para intentar recorrer el contorno de la península en la que vivo.  Pura geografía.    
 

Los días son largos en mayo y un aire limpio invade los caminos. Las mañanas caminando junto al mar se hacen tibias y azules. Es hora ya de encontrarme de nuevo en Portugal, entre portugueses calmados y pacientes. 

Estoy preparado para saborear sus secretos.

martes, 19 de enero de 2016

Señora Chocolate

Mi amigo Emilio propone vivir con la mayor adaptación posible a nuestra esencia biológica. Lograrlo se parecería así a un fluir permanente , que sea capaz de virar o cambiar de rumbo a la vista de las circunstancias.


Este viaje mejicano toma inspiración de esa propuesta, entre otras, y he procurado fluir más ahora que en periplos anteriores. Me ayuda el haber renunciado en buena parte del recorrido a mis detallados planes ciclistas. También el que ya es completo mi desinterés por los monumentos y otras acreditadas joyas turísticas.

Así que me dejo guiar por la realidad que encuentro a cada giro del camino. Acepto ser invitado, detenido, interrogado, conquistado. Me dispongo también, con agrado,al oficio que toca cuando me apeó de la bicicleta: cocinero, traductor, agenda, guía, cuentista. Así, mi contacto con el país está siendo más vivo, más rico y muy atento a todas las distracciones.

Como a un perro ciclista, algunos mejicanos me encontraron en la calle y he ido haciendo amigos que no sueltan mi estela, que preguntan cada poco que a dónde me llegó o que me dan los buenos días a distancia. Todos me alientan y protegen.


En un duró día de carretera, en Oaxaca, me detuve en una panadería a recuperar el resuello para encarar las empinadas cuestas que me esperaban. Aquellas hermosas roscas de reyes pedían un buen chocolate para mojar pero la bebida no estaba en el menú. No obstante, la matriarca se ofreció a hacerlo en su propia cocina y allí, sobre el mostrador, sacó un buen razón asediado de trozos de rosca.

Arrimé un taburete y me puse a disfrutar de aquel delicioso desayuno en completo recogimiento. Mientras, se iniciaba en a tienda un parlamento tenso entre el panadero y un cliente. Al poco, Doña Chocolate salió y tomó las riendas del asunto que, entonces, comprendí como serio.

Un nieto joven había tenido un incidente en una moto con otro chico. Se debieron cruzar ofensas graves y un hermano del agraviado era el visitante de la panadería que había acudido al llamado de la matriarca.

Aquella mujer habló con tal sinceridad y justeza que hizo que me concentrara por completo en sus palabras. Concentrada, hábil, resuelta y prudente, la suya era una exhibición de siglos de civilización humana que arrinconaba al conflicto a una solución positiva.

Cuando terminó, mandando recado para que los padres vinieran a ser desagraviados  y el joven se fue, felicité a la señora y le dije cuanto había aprendido de ella. 

No dijo nada. Me abrazó. Aquel cuerpo menudo y diminuto pegado al mío transmitía verdad. Me dejé.