jueves, 6 de octubre de 2016
lunes, 3 de octubre de 2016
Sierra Morena. Un tramo en bicicleta
Para leer más y tener una guía completa, picar este enlace:
http://400dias.blogspot.com.es/p/sierra-morena-de-santa-olalla-cerro.html
sábado, 30 de julio de 2016
Una mañana en Ojos Negros
Esta mañana en Ojos Negros, cerca de Ensenada, estoy feliz porque no tengo ruta. Descanso. Un día sin pedalear es verdaderamente felicidad para un ciclista. Y que me dices de desayunar sentado en un banco conversando sobre vinos con un par de nuevos amigos?
Y si contamos con que desperté en una buena cama, sin horario, sin nada que hacer hoy en todo el dia?
Felicidad como comprobar que al final de una cuesta infinita no puede esperarse otra cosa que una bajada tendida; detenerse unos minutos a tomar aliento y llevar un buen par de galletas para festejar el momento; parar en un subway y poder charlar un rato con tu chica a 10.000 km y a 9 horas de distancia. Correr la cremallera de tu diminuta tienda y sentirte bien cobijado y rodeado por las elegidas piezas de tu equipo de cocinar y de dormir confortablemente.
Esta mañana en Ojos Negros se reunen todos los motivos de felicidad. Descubri, además, que en este minimo pueblo tambien hay biblioteca. Voy para alla. Extasis del ciclista.
jueves, 9 de junio de 2016
De vuelta
martes, 7 de junio de 2016
Etapas largas
Llamó así a las jornadas en las que camino más de 30 kilómetros. Para mi son "etapas reina", en homenaje a los días duros de los ciclistas de ruta.
En esta sesión portuguesa de Península, para doblar al fin el Cabo de San Vicente, he hecho dos de estas etapas. Una el sábado desde Raposeira a Arrifane de 35 km y otra ayer de Ocedeixe a Almograves de 32 km. En los días días hacía calor, aunque moderado
Hay que pensárselo bien antes de lanzarse a esas distancias. Las cuatro reglas adicionales de mi preparación que sigo para estos casos son:
Preparar la tarde anterior tres raciones de espaguetis con carne y tomate. Una para cena, otra para desayuno y la última para el camino.
Empezar y terminar la jornada lo antes posible e intentar no sobrepasar las 8 horas en ruta.
Ser riguroso en los descansos. 5 minutos cada hora, sin sentarse, y dos descansos intermedios mayores de 20 minutos para comer y 20 para el café+cocacola de la sexta hora.
Mantener en todo momento la concentración y alimentarla de estímulos positivos.
Tantas horas caminando sólo dan para mucho. A veces me crezco y pienso en alcanzar el hito de los 40 km pero al siguiente rato me entretengo quitándome tan peregrinas ideas de la cabeza.
Quien sabe!
jueves, 2 de junio de 2016
Me guarda el silencio
La mayor parte del tiempo transito por caminos vacíos.
Es verdad que en algunas playas o en pequenhos pueblos costeros se agitan los primeros turistas de la temporada pero en tantos kilómetros puede decirse que no hay nadie.
Todo el ruido sale de mis pasos: el golpe ritmico de mis palos contra el suelo, la caída suave de mis botas a cada paso y el aire silencioso que choca con mis orejas.
Afuera, es el silencio el que me guarda. El que se queda cuando ya me pierdo en un recodo
lunes, 30 de mayo de 2016
Guías azules
Ya me he acostumbrado a ir sin mapa de papel en la mano. Descargo en el móvil los tramos que necesito y el teléfono es capaz de mostrarme la zona por la que transito sin tener siquiera conexión, ni de datos ni de internet.
Pero en realidad no es esta novedad lo que me ha hecho dejar el plano de papel en casa. Es ese punto azul que parpadea en la pantalla y que me dice en donde estoy. En realidad, mirar una y otra vez el mapa de papel era una indagación sobre en dónde podrías encontrarte. Sin este dadto de nada podía hacerse sobre la dirección a tomar.
Así que con mi pequenho punto azul que parpadea sigo mi rumbo hacia el oeste por la costa de Portugal. Pero mi confianza no es completa. Otro azul, el mar, acota mi camino y la Ría Formosa con sus mil brazos en torno a Faro hace sus propios trazos sobre la tierra. Si no vigilas el azul del agua termina por cerrarte el paso y darte la vuelta.
Trato de dejar el azul del agua siempre a mi izquierda, al sur, Agua azul al sur y marca azul en la pantalla que enciendo sobre mi mano.
lunes, 23 de mayo de 2016
De nuevo en camino. Península.
En dos días regreso al sur. Retomaré en Ayamonte la ruta hasta el Cabo de San Vicente que dejé atascada el año pasado por una lesión en el pié. Confío en haber aprendido de los errores de entonces.
¿He hecho los deberes? Creo que si.
Lo primero fue jubilar a mis viejas botas que llevaban ya un montón de viajes y comprar otras que he ablandado con paciencia desde el verano pasado.
Además, este año he entrenado a conciencia: Han sido 41 sesiones desde que volví de México a principios de febrero. Desde inicios de marzo abandoné la bici y tan solo he caminado. Habré entrenado en este tiempo unas 70 horas y recorrido más de 350 kilómetros. En mayo añadí a mis entrenos los palos nórdicos y la mochila en lastre de 5 kilos. Predominantemente subiendo y bajando de la sierra cercana a casa.
También he mejorado mi equipo con una nueva mochila con adaptación a mi espalda y he suprimido el equipo de acampada a excepción de un saco de dormir ligero.
Mi hoja de ruta tiene ahora etapas menos ambiciosas y un comienzo más moderado en las distancias a recorrer. Ya tengo afinadas mis primeras noches, entre albergues de juventud portugueses, acogedores y económicos, y la hospitalidad de mis amigos de couchsurfing en Olhao, Faro y Loulé.
Vuelvo confiado a Península, mi gran viaje de pequeños pasos. Me parece que esta es la undécima vez que me pongo en camino para intentar recorrer el contorno de la península en la que vivo. Pura geografía.
viernes, 15 de abril de 2016
martes, 19 de enero de 2016
Señora Chocolate
miércoles, 23 de diciembre de 2015
8 mujeres y un desayuno
Aunque este en una enorme ciudad de México, como es Guadalajara, me basta salir a la calle y olisquear el aire de la mañana para ponerme en camino y conseguir el mejor desayuno local.
Un buen desayuno predice como será de afortunada la etapa del ciclista y también pone a prueba el porvenir de las habilidades del viajero. Si no se resuelve bien este lance es mejor elegir aficiones que no queden lejos de casa.
Podía haberme salido mal hoy pero no fue así. Después de un par de consultas y sugerencias rodé cinco cuadras y otras tantas, después de un giro, hasta llegar al Mercado de Santa Teresa. Este edificio de 1951 dio acomodo a los puestos ambulantes que ocupaban un descampado en un costado del barrio.
La decadencia de los mercados sucede en todas partes. Allí en donde el textil ha ocupado las paradas tradicionales como en Asia, en México han florecido puestos de comida en el lugar en el que se asentaban pollos y verduras.
He podido contar hasta 10 puestos, aquí llamados fondas, y seguramente excedían de 50 personas, llamadas doñas, las que se afanaban entre ollas humeantes. La clientela, abigarrada y silenciosamente hambrienta era incontable.
Me senté en la fonda Mariquita que me pareció la más concurrida y que lleva operativa desde 1959. Costaba elegir entre la variada comida que abarrotaba las encimeras. Me decidí por huevos a la mexicana (con verduras muy picadas) frijoles, birote (pan tierno) y café. No quedaba un asiento libre y en cuanto se desocupaba alguno alguien se sentaba de inmediato con una petición, que aquí llaman orden, precisa y muy completa del tipo: quesadillas con champiñones y chilaquiles.
En un pequeño espacio se desenvolvían 8 mujeres alrededor de una anciana que manejaba la prensa de hacer tortillas. La misma agilidad que ponían en atender las ordenes y vigilar las necesidades de los comensales la ponían en no chocar entre ellas o derramar los ingredientes de aquellos platos casi voladores.
Después de dar cuenta de mi desayuno me quedé quieto y casi invisible por algunos minutos de tregua mientras ponía mi atención en los parroquianos silenciosos, ávidos y apresurados. Las ocho mujeres, las doñas, seguían su vuelo de provisión y colecta en todas direcciones y atentas a cada gesto. Hermoso enjambre de abejas surcando un campo de hambrientas flores.
sábado, 19 de diciembre de 2015
Español
miércoles, 9 de diciembre de 2015
Domingo
domingo, 6 de diciembre de 2015
Final en Chapala
Eugenio no me dio una respuesta clara cuando le pregunte que si podía armar mi carpa en algún rincón cerca de su bar.
Había llegado a Chapala hacia unos minutos y aún sudaba la fatiga de 35 km de terraceria rota, pedregosa y endiabladamente empinada. Bebía una sopa instantanea mientras esperaba que los camioneros del local liberaran de su atención a Yuyin, que es como todo el mundo conoce a este nieto del genovés Grosso que llegó atraído por el fulgor de la minería.
Yuyin me miró a conciencia antes de contestarme. Me hacia un chequeo rutinario, nada personal. Echaba cuentas de como andaba mi depósito de vida!!!
Al mostrarme el porche en el que podía armar mi pequeño hotel me habló del ciclista argentino y solitario que con 74 años llegó una tarde hace años a pasar la noche. A los dos días, como el hombre no daba señales se asomaron y lo encontraron muerto. Un infarto según el forense.
Yuyin quedó escarmentado de los engorrosos trámites a los que le obligaron los federales y los juzgados de Tijuana. Desde entonces sólo permite acampar a dos o más ciclistas para tener testigos que se ocupen de los desastres.
Así que después de mirarme bien me aceptó en su terreno. Me contó la historia y se confió en que sería el primer solitario en acampar desde entonces. Yo le asegure convincente que no tenía pensado morir esa noche. Y así fue.
Bien temprano me despedí a voces de Eugenio, que aún permanecía en la cama: el ciclista español está vivo y sale ya para Guerrero Negro!!!
Pensando en el argentino me construí un pequeño relato: verano, mucho calor, una jornada larga, extenuante, un sueño interminable. Caliente dentro de su saco, posiblemente bien cenado, el ciclista terminó su vida en un instante. Es buen final para un ciclista.