Este año 2013 ya habíamos estado en el sur durante el verano.
La idea inicial había sido entonces una larga travesía en bicicleta desde Ronda hasta Sanlúcar de Barrameda en unas 7 u 8 jornadas y algo más de 400 km.
La verdad es que Nuria, para no estar entrenada, abordó con determinación el primer tramo desde Ronda y resolvió muy bien las etapas. Así que al llegar a Tarifa podíamos darnos por satisfechos. Ya continuaríamos en otra ocasión.
Y no hemos tardado casi nada en volver.
El 26 de diciembre tomamos el tren en Madrid hasta Algeciras y, luego, un autobús hasta Tarifa. A las 3,30 de ese día ya estábamos en camino por la larga playa de los Lances.
Ahora si que estábamos de nuevo en uno más de los tramos del proyecto Península, para recorrer, con tiempo, todo su contorno.
No llegaríamos en ese día ni a los 17 kilómetros, pero habiendo salido tarde solo teníamos unas pocas horas de luz hasta alcanzar nuestro alojamiento en ninguna parte: Un cortijo a la vera de la N-340 en el sitio de Valdevaqueros.
La playa estaba llena de cometas, surfistas y extranjeros que miraban con ansias el final del día envueltos en una temperatura suave y en un anochecer apacible.
Apenas nos deteníamos. Justo un momento para consultar el mapa, ver la mejor forma de sortear los arroyos y de evitar el borde ruidoso y hostil de la carretera nacional.
Poco antes de la llegada al cortijo indagamos por un lugar para asegurar nuestra cena y los bares que aún no habían cerrado estaban a punto de hacerlo. No pintaba bien ese importante asunto.
Seguimos hasta encontrar un camping que, en horas bajas, aún mantenía un mínimo servicio de avituallamiento.
Llegamos al cortijo cuando ya no se podía ver su letrero. Resultó un lugar confortable que se parecía a un motel, utilizando como espaciosas habitaciones lo que en su tiempo fueron almacenes. En unos minutos ya estábamos, en plena noche, rumbo a nuestro puerto de cena, a poco más de dos kilómetros. Solos y muy bien tratados repusimos sobradamente nuestras fuerzas.