Al ver el candado roto y tirado no me disgusté que, como es sabido, es el segundo y peor efecto de una perdida material. Lo que si hice fue recordar esa consistente suerte mía cuando se trata de recuperar las cosas perdidas o extraviadas. Me dije: la encontraré.
Por la noche hice la consabida denuncia en la Comisaría y, también, un anuncio de robo en la web que resultó una tarea más ágil y puede que más eficaz que los resultados que son capaces de obtener los pocos policías impotentes para atrapar a tantos ladrones.
Así que, para ayudar a mi suerte en sus trabajos, me dispongo a merodear esta tarde por la ciudad hasta dar con mi querida máquina.
Mientras..............aquí hay buenos consejos para hacer más difícil que nos quiten nuestra querida bici.