lunes, 30 de mayo de 2016

Guías azules



Ya me he acostumbrado a ir sin mapa de papel en la mano. Descargo en el móvil los tramos que necesito y el teléfono es capaz de mostrarme  la zona por la que transito sin tener siquiera conexión, ni de datos ni de internet.

Pero en realidad no es esta novedad lo que me ha hecho dejar el plano de papel en casa. Es ese punto azul que parpadea en la pantalla y que me dice en donde estoy. En realidad, mirar una y otra vez el mapa de papel era una indagación sobre en dónde podrías encontrarte. Sin este dadto de nada podía hacerse sobre la dirección a tomar.

Así que con mi pequenho punto azul que parpadea sigo mi rumbo hacia el oeste por la costa de Portugal. Pero mi confianza no es completa. Otro azul, el mar, acota mi camino y la Ría Formosa con sus mil brazos en torno a Faro hace sus propios trazos sobre la tierra. Si no vigilas el azul del agua termina por cerrarte el paso y darte la vuelta.

Trato de dejar el azul del agua siempre a mi izquierda, al sur, Agua azul al sur y marca azul en la pantalla que enciendo sobre mi mano.









lunes, 23 de mayo de 2016

De nuevo en camino. Península.

Vuelvo a las andadas, nunca mejor dicho :-)

En dos días regreso al sur. Retomaré en Ayamonte la ruta hasta el Cabo de San Vicente que dejé atascada el año pasado por una lesión en el pié. Confío en haber aprendido de los errores de entonces.

¿He hecho los deberes? Creo que si.

Lo primero fue jubilar a mis viejas botas que llevaban ya un montón de viajes y comprar otras que he ablandado con paciencia desde el verano pasado.


Además, este año he entrenado a conciencia: Han sido 41 sesiones desde que volví de México a principios de febrero. Desde inicios de marzo abandoné la bici y tan solo he caminado. Habré entrenado en este tiempo unas 70 horas y recorrido más de 350 kilómetros. En mayo añadí a mis entrenos los palos nórdicos y la mochila en lastre de 5 kilos. Predominantemente subiendo y bajando de la sierra cercana a casa.

También he mejorado mi equipo con una nueva mochila con adaptación a mi espalda y he suprimido el equipo de acampada a excepción de un saco de dormir ligero.


Mi hoja de ruta tiene ahora etapas menos ambiciosas y un comienzo más moderado en las distancias a recorrer. Ya tengo afinadas mis primeras noches, entre albergues de juventud portugueses, acogedores y económicos,  y la hospitalidad de mis amigos de couchsurfing en Olhao, Faro y Loulé.  

Vuelvo confiado a Península, mi gran viaje de pequeños pasos.  Me parece que esta es la undécima vez que me pongo en camino para intentar recorrer el contorno de la península en la que vivo.  Pura geografía.    
 

Los días son largos en mayo y un aire limpio invade los caminos. Las mañanas caminando junto al mar se hacen tibias y azules. Es hora ya de encontrarme de nuevo en Portugal, entre portugueses calmados y pacientes. 

Estoy preparado para saborear sus secretos.