sábado, 16 de noviembre de 2019

Queja melancólica

Llueve en San Telmo. No mucho pero suficiente como para abandonar mi intención de rodar en bicicleta por las calles.

He buscado el mejor refugio para un día como este de calles brillantes y peatones de caminar apresurado: una biblioteca.

La antigua Biblioteca Nacional de la calle México quedó desafectada hace tiempo y hoy su edifício histórico, oscuro y casi abandonado, da mal cobijo a alguna actividad menor y esporádica como el entrecortado ensayo de un pianista en esta mañana.

Cerca he encontrado una librería en la que sirven café y, además de los libros, hay mesas, útiles de escritura y una suave música de fondo con la que acompañar estás líneas.

Reflexionaba sobre la queja melancólica y la impresión de que esa tristeza o abatimiento está casi siempre en los pensamientos de los argentinos sobre el país y su devenir.

Verdaderamente se sienten implicados en como le va a la Argentina. Protagonistas. Como si cada uno fuera un responsable más de los acontecimientos. En Europa pensamos que el presente está por entero en manos de los políticos mientras, nosotros, hacemos nuestra vida ajenos a los avatares públicos.