jueves, 14 de mayo de 2015

Averia

Ayer me vi compartiendo experiencias con un médico cubano en una Clínica de Ayamonte.

Fui allí porque la inflamación de uno de mis pies no tenía buena pinta al levantarme en Vila Real y porque en esta pequeña ciudad fronteriza tienen tasa moderadora, es decir, más de 60 euros por echarme un vistazo. Resolví atravesar de vuelta el Guadiana.

El médico que me atendió puso muy buen oficio, aprendido como médico de familia en un pueblecito de Matanzas, y yo compartí con él abiertamente las motivaciones para caminar y otras reflexiones positivas y andanzas varias. Entre ellas mi largo viaje en bicicleta por aquella isla del Caribe.

El caso es que me he retirado a la Pousada da Juventude de Tavira a hacer un par de días de reposo, para un tendón inflamado, e intentar luego seguir mi caminata que se ha visto ya tan disminuida.

Así que he transitado de uno a otro de mis territorios favoritos:

Las andanzas manhaneras por entre mar y tierra en las marisma:


A la quietud, también silenciosa, de una biblioteca pública en la que ya me he hecho fuerte:


Con todo, a pesar de mis prudentes cuidados, no parece que el lado izquierdo de mis pasos esté en condiciones de seguir, aunque sea en etapas mínimas.  Estoy a un paso de "degradar" mi travesía a la condición de vacaciones en el Algarve. Un jubilado más.

Así que llevo días digiriendo el tránsito entre una caminata que se prometía casi heroica a un fracaso que no puedo revertir y que hay que aceptar.  Cómo?. Aprendiendo.
 
Antes de detenerme en Isla Cristina, en la cuarta etapa, ya había tomado algunas notas sobre los errores y aciertos de esta última empresa caminante mía. Hacía 5 años que no lo hacía solo y tan rápido y percibía que las cosas no iban bien del todo.


Los aciertos no son más que la aplicación de hallazgos en viajes anteriores: LLevar protección del sol con sombrero y pañuelo grande; comer ligero durante el día y pasar la comida grande a buena hora de la tarde; acostarme y levantarme pronto; vaselina en los dedos al arrancar y nutracex para reparaciones de piel al final de la jornada. Cosas que ayudan mucho.

Los errores han sido de entidad y todos caben en uno solo: Exceso de confianza.

He traído botas viejas y muy desgastadas: Pensé que sería su último viaje y me equivoqué. El resultado es que siento las piedras en la planta y las protecciones para el pié se han degradado.

Llevo equipo de acampada por si tenía que pernoctar en medio de la nada o no encontraba alojamiento accesible en precio: No ha pasado ninguna de las dos cosas. He dormido en tienda 3 de las 5 etapas pero eran camping y había buena oferta de hostales. El asunto es que para un problema inexistente he cargado con 3,5 kilos de peso adicional a mi espalda (el 40%)

 Duermo en el colchón de mi tienda pero no duermo bien: Es suficiente para no sentir el suelo y es confortable en muchas circunstancias, entre ellas, las acampadas en mi travesía austral en bici. Pero no lo es para dormir de manera reparadora después de haberle dado un tute a un cuerpo entero con su mochila. Un cuerpo viejo y caminado necesita cama.

Y el cuarto error. El definitivo. He planeado etapas muy largas que para empeorar he recorrido en muy poco tiempo: Pretender hacer 30 o más kilómetros cargado y con fuerte calor y terminar la jornada a las 2 o 3 de la tarde es una temeridad. He llevado un ritmo endiablado de 5,4 o 5,5 km/h con descansos muy breves (y gracias a que me exhortó mi hermano Alberto a hacerlos) El resultado ha sido un esfuerzo excepcional para todo mi cuerpo al que mi determinación ha desconsiderado estúpidamente. Así estoy. Con toda la determinación y sin un pié operativo.

En las travesías de muchas jornadas, tanto en bici como a pié, es habitual pensar que el propio camino te va haciendo el entrenamiento y  me parece una previsión cierta. El problema es que yo mismo eché a perder esa buena idea metiéndome 36 km de la costa de Donhana en la primera jornada. Y terminando la etapa a las 15:30!!

 
Este es el relato y queda ahora reponerme y afinar mis instrumentos de caminatas. Contener mi determinación, darle una buena mano de modestia a mi impulso y echarle una mirada más cuidadosa a mi cuerpo que, esta vez, se ha detenido y rehusa seguirme. Y con razón.

Y también: Hacerme con unas botas en condiciones!!!!!