martes, 6 de marzo de 2018

Bendiciones

Al llegar a Choluteca he tenido que apartarme de la carretera acometido por el avasallador empuje de los autobuses escolares USA adaptados en Honduras al transporte local de las aldeas vecinas.

Mientras esperaba pacientemente a un costado del trasto he visto como descendía con dificultad extrema una anciana empequeñecida, frágil y desamparada. Tanto como si a mi desaparecida madre, castigada por años de alzheimer, le hubiéramos dejado sola y con unos trapos y unas zapatillas se hubiera subido sin destino a uno de estos autobuses amarillos.

He observado a la anciana que titubeaba en sus pasos y no llegaba a apartarse con seguridad al borde de la calle quedando a merced de la prudencia de los conductores.

He parado y sugerido a unas vendedoras jóvenes que la anciana parecía desorientada y perdida. Nada de eso, me tranquilizaron lasa chicas, la señora aparecía todos los días por esas horas y ejercía la mendicidad en el centro de Choluteca.

Pasó a mi lado y,en efecto, me pidió limosna. Contra mi costumbre le di un billete de suficientes lempiras para que lo mirara dos veces entre sus dedos y, luego, levantó sus ojos hacia mi y me pidió que me quitara el casco.. "que no le voy a hacer nada"

Me lo quité y bajé la cabeza cuando ella dirigía su mano a mi frente  mientras me bendecía.