lunes, 19 de junio de 2017

Felicidade

Da igual por donde viaje y la práctica extravagante que me lleve allí, mochilero o ciclista o caminante, en todas partes encuentro buena gente.
Guadalajara. México. 2015

En un pueblo del Rif, cerca de Annual, sin posibilidad de alojamiento alguno, en donde un panadero que no hablaba otra lengua que la suya me cobijó en su casa.
La familia de Sara y Adolfo. Guerrero Negro. México. 201
En incontables sitios de México, en donde buena gente convirtió un hotel en hogar para mi, gente que me mostró el cielo rojo sobre las salinas, la que me encomendó el cuidado de la casa en una larga ausencia, los que me regalaron un desayuno familiar de año nuevo que término por la tarde, o la joven y su hijo que me convirtieron, en Chiapas, en uno más de la familia y de donde tanto me costó marcharme.
Tully y sus ciclistas. La Paz. México. 2015

Familia en el Mekong. Vietnam. 2013
En una isla del Mekong donde una familia extensa me invitó a compartir una importante celebración y me asignó un intérprete de inglés de 9 años que disimuló tan bien su flojera en esa lengua como yo.
Kro Konh. Camboya. 2012
En Santa Lucía, Chile, donde una mujer me ofreció su casa por entero cuando sólo llegue para preguntar por si daban comidas.
O'Higgins. Chile. 2015
En el Chaco, Argentina, donde una familia nos hizo de un día para otro amigos y sus invitados de Navidad.

En Trasierra, Córdoba de España, donde en un anochecer sin alojamiento dos mujeres nos acogieron en todos los sentidos posibles.

En La Farola, cerca de Baracoa, Cuba, en la que unos campesinos nos cedieron su propia cama y conversamos sin prisas en la oscuridad más completa.

Mohamed, Mireya, Sara, Tully, Enrique, Lidia, Alejandría, María, familia Gaspoz, Rafi e Inma, Rubén y Alicia.......Estos son sus nombres pero todos podrían llamarse igual: Buena Gente. He encontrado aún más gente así. Sólo he citado a un puñado.

Hoy he detenido mi caminar cuando más apretaba el sol y me he cobijado en una panadería en la que me han tratado muy bien. A esta gente no la conozco. Cuando les  he pedido la clave del WiFi me ha respondido una joven: "felicidade"

Alguien que elige una clave así, que nadie necesita que la repitan, es seguro que también es Buena Gente.

También un portugués, el navegante Vasco da Gama, llamó a Mozambiqueño "terra de boa gente"