domingo, 26 de enero de 2014

Zahara de los Atunes a Zahora

El pueblo estaba tan vacío al despertar esa mañana como lo estaba a nuestra llegada, pero hay un sol brillante que compensa un aire de poniente algo frío y constante.

Esos iban a ser los últimos kilómetros en el borde norte del Estrecho. Si uno mira bien un mapa comprobará que a partir de Barbate la costa gaditana sigue en dirección nordeste y la africana dobla hacia el sur en el Cabo Espartel.


Pasado el puente del río Cachón hay por delante más de doce kilómetros de playa salvaje sin una solo construcción. El milagro es por efecto del campo de tiro naval de la Sierra del Retín. Todo es terreno militar.

Esta larga ensenada servía para la pesca de atún en almadraba, que aún en los años 50 y 60 se llevaba allí a cabo por la primavera, como puede verse en este antiguo documental.

La arena es firme y apenas nos hundimos al caminar. eso sí, embozados para sobrellevar el viento frío.

Al fin alcanzamos Barbate, tan populoso y tan blanco. Entretenidos entre la hospitalidad, el café bien caliente y los pescaitos tardamos en enfilar los acantilados. Un largo bosque de pinos nos esperaba.


 En Caños de Meca el bosque abandona el acantilado y la senda termina en un puñado de casas que en estos días de invierno permanecían cerradas. Entretuvimos nuestras ensaladas con una larga conversación con una familia gaditana, así que el sol ya estaba bajo cuando salimos rumbo al Cabo de Trafalgar.



El crepúsculo en el Cabo nos retrasó y Zahora no es más que un lugar de veraneo en el que se hizo difícil encontrar a nadie que nos orientara para encontrar nuestro pequeño hostal.