jueves, 15 de abril de 2010

Reset

Ni siquiera me dio tiempo a llegar. Fue tan solo aproximarme a bordo de un tren nocturno a Bombay y notar el vértigo que se siente cuando dejas de pedalear en una bajada pronunciada.

La combinacion de trenes me dejo en las puertas de la ciudad una hora antes del amanecer y hube de emplearla en hacer compañía a un banco solitario en la Church Gate Station

Encogido, a mi llegada a esta urbe de mas de 15 millones de habitantes, la quinta aglomeracion del planeta, me pareció imprescindible poner mi contador de India nuevamente a cero.

Seré capaz de convertirme en un habitante mas de Bombay? De los no censados, de los ocasionales, de los transeúntes?

Como si no podre flotar en la corriente?

Amanece mientras los cuervos invaden las cerchas de la cubierta de la estación. Me resuelvo a trazar a pie el camino hasta Colaba, el barrio en el que planeo alojarme.

Hace mucho calor y el aire huele a haber estado quieto toda la noche. Atravieso avenidas vacías y bordeo “The Oval”, un sorprendente campo verde de mas de media milla de largo, rodeado de edificios del neogótico ingles de finales del siglo XIX.

Camino solo y si no fuera por el cansancio lo habría hecho con soltura y hasta determinación. Pero lento, esquivo bastante gente que duerme en el suelo, todos ellos con gesto de placidez en el rostro amanecido.

Llego hasta los costados del hotel Taj Mahal y ya tan solo soy capaz de pensar en la habitación que me espera (en otro hotel, claro esta) aunque ni yo mismo la haya encontrado aun. No deseo caminar mas. Ahora soy una presa fácil a la que hasta, por primera vez, ladra un perro al paso.

Mi habitación resulto estar en un tercer piso. Hay agua abundante en la ducha. Organizo mi cama y me tiendo a dormir a las 7,25 A.M. en Bombay, como el que se duerme en casa.