viernes, 17 de diciembre de 2021

Hogar

En este viaje por el confín sudeste de Europa he alternado para dormir algunos modestos hoteles que estaban en mi ruta con atardeceres de montar mi tienda  de campaña Vaude al final de la etapa. A veces ya de noche para extremar la discreción cuando armaba en un parque o espacio urbano.

Normalmente reviso con cuidado el espacio elegido cuando aún queda luz y regreso más tarde, ya oscurecido, con la seguridad de que me servirá el plano mental que me hecho: donde plantar la tienda y amarrar la bici, como orientar la puerta y, si hay suerte, por donde queda el punto de agua.

Me abrigo y abro mis alforjas en la aparente desventura de un ciclista que no tiene techo que lo ampare para pasar la noche. Extiendo mi lona y la tela de mi tienda sobre ella. Luego saco los palos y armo la estructura para colgar de ella mi habitación. Clavo las piquetas si el suelo lo permite y si no es así tiro los pulpos a algún agarre o, en último caso a la rueda de la bici tumbada en el suelo.

Empiezo a tirar dentro los trastos de mi equipo, siempre en orden y siempre al mismo sitio. El colchón, el saco, el aislante, la almohada, la ropa de dormir, el aseo, los apaños de cena, la bombona de gas, el infiernillo, la botella de agua y el cazo.

Cuando todo está ya dentro echo una última mirada de revisión a mi alrededor, me descalzo y me meto en la tienda. Hincho los útiles de dormir y me cambio de ropa, enviando al fondo mi sufrido atuendo de ciclista.

Armo luego el infiernillo y prendo la llama con cuidado. Echo al cazo agua para una sopa de cena o un té. Inmóvil, absorto en el fuego, mi respiración se hace más lenta, mis piernas se relajan, el ambiente se caldea y siento como la sensación de hogar me rodea.

Es un hogar diminuto, ligero, incómodo y provisional, pero tan confortable en esos momentos. Un ciclista en su hogar.

Es entonces cuando las vicisitudes de la etapa se desvanecen; los muchos kilómetros recorridos, el amenazante tráfico, los vientos en contra y las antipáticas cuestas se olvidan. El calor de mi casa de tela disuelve cualquier penuria del día.

Alumbro con la linterna el agua por si ya humea y es entonces cuando, sin prisas, anoto las distancias, el tiempo del recorrido y alguna otra cosa y me aplico en hacer una buena cena.

El explorador polar Scott, en su dramático regreso hacia el Terra Nova, anotó en su diario: ” la situación es lamentable pero, como siempre, olvidamos las duras pruebas cuando estamos reunidos en la tienda delante de una copiosa cena”

Bienestar y seguridad






sábado, 16 de octubre de 2021

Aeropuerto

 Paré en Estambul apenas unas horas antes de coger un tren hacia Bucarest en 1.999

Las ciudades grandes que no se conocen desconciertan al viajero solitario, pero aún es más impactante si esperas en la línea de equipajes del aeropuerto una caja grande de cartón con tu bicicleta desmontada dentro.


Además, son las 19:30 en Estambul a mediados de octubre

y el montaje de la bici y todo su equipo dura casi dos horas de mecánico y de entretenimiento para los mirones. Eso significa que tendré que dormir en algún rincón. 

El aeropuerto low cost de esta ciudad está a 40 km de mi alojamiento, y eso que elegí Kadicöy, en la parte asiática de la ciudad.









jueves, 14 de octubre de 2021

...A ESTAMBUL

 No tengo remedio. A pesar de haber dejado los largos viajes en bici hace un par de años no he podido resistirme a un nuevo periplo más cercano y, puede, que más fácil a la parte europea de Turquía, la ribera búlgara del Mar Negro y una parte de Grecia. El boceto de esta travesía es este:


O visto de algo más cerca el recorrido de 29 etapas y cerca de 2.000 km es este:


Por suerte, todas las expediciones en bicicleta están llenas de incertidumbres porque sus preparativos, aunque minuciosos, no alcanzan a definir más que unos pocos asuntos sobre el equipo, los repuestos, la ruta básica y poco más. El resto son asuntos que hay que gestionar sobre el terreno según se van presentando.

Solo así se puede vislumbrar la aventura, a sabiendas de que el viaje será cansado y poco confortable, que es inseguro aunque no peligroso. Esos días venideros, aún por hacer,  son el pequeño reto que me propongo para lo que queda de 2021. Tengo alguna experiencia, buen ánimo y...ropa de abrigo!










jueves, 12 de agosto de 2021

Camino del Norte

Para mí el viaje es una disposición solitaria al encuentro de lo ajeno, a la búsqueda paciente del reflejo de uno mismo en lo que me rodea. 

Los hallazgos aún se hacen más intensos si el desplazamiento es caminando. Paso a paso. Esos episodios, muchas veces largos en horas y agotadores de fuerzas, en los que sin embargo se recorre poca distancia, unos escasos 25 o 30 kilómetros.

Esta travesía ya concluida del proyecto península ya era la decimoctava caminata desde los inicios en 2009. Casi todas han sido en solitario pero en la más reciente casi han sido la mitad las jornadas que he compartido con otros.

Durante las semanas de preparación fui añadiendo a mis etapas, además de hitos de paso, características y alojamientos, deseos o pequeños objetivos de encuentro, fueran familiares o de amistad.

Santander, a mitad del recorrido, propiciaba toda clase de conexiones, de modo que otros caminantes se incorporaban con facilidad a mi ruta y se desprendían del trayecto a su conveniencia una vez cumplido el propósito.

Los primeros compañeros fueron mis hermanos Alberto y Pío. El primero, Cuérigo (Asturias 1962) es ya un compañero habitual, de tres etapas, en las travesías recientes. Animoso y positivo siempre es enriquecedor caminar con él. Pío, Tetuán 1959, es un caminante cotidiano en su ocio urbano y un avezado y competente andarín en las montañas asturianas. No costó convencerle de que se uniera a nosotros y, inevitablemente, abrió camino en la intrincada geografía vizcaína. Un fraternal y gran equipo.

Desde Bilbao a Santoña recuperé mi cadencia de caminante y el apacible ritmo del pensamiento unas veces sereno y otras bullicioso. 

Bajo la amenaza de la lluvia se incorporó al camino mi hija mayor, María, que ya me acompañó en el camino de sirga del Canal de Castilla. En muy buena forma María te mantiene alerta y más que entretenido con su animada conversación, proyectos, ensoñaciones y toda clase de utillaje de su amueblada cabeza. Discrepamos en la elección del alojamiento: yo empeñado en pernoctar en el concurrido albergue del Abuelo Peuto y ella en buscar un hotelito rural con encanto. Me salí con la mía por los pelos J

Batidos por el viento recorrimos los últimos kilómetros sobre los acantilados de Langre hasta alcanzar en la bruma el solitario embarcadero de Somo. Los caminantes alcanzaron a paso vivo el refugio de las nietas y la bonita casa de María.




El relevo de mi hija fue fruto de una iniciativa de algún tiempo atrás para sacar a un viejo amigo de las sombras del dolor, siquiera fuera por unas horas.

Mi nuevo compañero, Alfredo, se incorporó a la travesía en Santa Cruz de Bezana. Caminante cotidiano de paseos cortos se incorporó resuelto a una etapa bastante larga. Casi no sentí la distancia enfrascado en nuestra conversación que, por momentos, parecía una continuación de cualquiera de nuestras pláticas anteriores, en tantos años de compartir los despachos de Educación.

Me hubiera gustado seguir camino de Asturias con el amparo de su compañía pero, a pesar de la invitación a continuar de su mujer, Alfredo fiel a sus planes decidió volverse a casa.

A partir de Santillana mi caminar sigiloso discurrió en solitario por las pequeñas carreteras y caminos de los confines occidentales de Cantabria. Comillas, San Vicente, Unquera…

En un Albergue de La Franca compartí alojamiento con tres jóvenes y al día siguiente coincidí con una de ellas en desbrozar sinuosas y fatigosas sendas costeras hasta alcanzar Llanes.

Más adelante, terminé compartiendo etapas y alojamientos con dos jóvenes de Huelva animosos y llenos de energía que en algún tramo debieron dejarme atrás para que recuperara el aliento. Con todo, era una inspiración caminar con Cristina y Alex y ponerme al tanto de sus proyectos, tan extensos como para ocupar la larga vida que tienen por delante.

Cumplida la décimo octava etapa caminé un trecho al despuntar el día hacia La Laboral de Gijón, meta de mi empeño por esta primavera.

Ya puedo mirar el final cercano de mi aventura de caminar todo el perímetro de la Península Ibérica desde Port Bou a Irún. Apenas me quedan por delante dos travesías: la que continuará por el norte desde Gijón al cabo de Finisterre y la que cerrará el recorrido mediterráneo desde Gandía al cabo de Palos, en Murcia.

Confío en conservar la energía para emprender nuevas caminatas, aunque sea en proyectos más pequeños.



 




 


lunes, 12 de abril de 2021

Valentina P.R. 8. Parque natural del Desierto de las Palmas. Cabanes y Benicasim, Castellón

 

Burlando los tramos de peaje de la AP 7 llevamos unos años tomando el desvío de Torreblanca para ir de Cataluña hasta Valencia. Solo en este último año, con un peaje liberado desde enero, hemos pasado muy cerca de la ciudad de Castellón y el sorprendente cartel que indica: Desierto de las Palmas. ¿Un desierto aquí, en la apacible costa mediterránea, rodeado de naranjos y huertos?

Si, un desierto. Así llamaban los Carmelitas Descalzos a aquellos lugares solitarios y retirados, propicios para la oración y el aislamiento, como los de los Ermitaños del Monte Carmelo.  En torno al Convento de los Carmelitas se halla organizado el parque natural. Un valle al sur hacia Castellón, otro al norte hacia Cabanes y el ancho mirador al mar, al este.

Son poco más de tres mil hectáreas de arbustos y monte bajo, con abundantes palmas, con escaso arbolado y tejido de caminos de todas las dificultades y distancias. Un comienzo de abril cálido, aunque con el bullicio moderado de las vacaciones de Semana Santa, ambientaron los tres días que pasamos en este Parque a 300 km de Barcelona.

Es un territorio preservado y en proceso de regeneración de los bosques victimas del gran incendio de 1985. Prosperan, 35 años después, el alcornoque, la carrasca, el madroño, el enebro y los pinos rodeno y carrasco. La fauna está compuesta de mamíferos como el jabalí y la ardilla, pequeños reptiles y culebras, siendo la avifauna la más rica: águila perdicera, mochuelo y búho.

Hay muchos itinerarios de senderismo, hasta once de todas clases, aunque algunos tienen dificultades de orientación. Nosotros hicimos tres: el que permite ascender al castillo de Miravet, el que lleva a las Agulles de Santa Águeda por su fachada oeste y el más asequible, largo y concurrido, de las Fuentes del Desierto.

Hay un buen aparcamiento en el Mirador de San José, sobre las ruinas del antiguo convento, aunque es ruidoso en la mañana. En el camino de las fuentes hay un lugar perfecto bajo un gran pino al que se accede por una pista transitable desde la carretera CV-147. Por último, la pequeña carretera que desciende al norte, hacia Cabanes, tiene muchos lugares tranquilos para pernoctar.

El aprovisionamiento de alimentos y combustible se pueden obtener con facilidad en Benicasim, que está tan solo a 9 km.



















lunes, 15 de marzo de 2021

Valentina P.R. 7. Río Ter. Roda de Ter. Barcelona

Impaciencia por comenzar la primavera, por salir de de casa no importa a donde, ansias de viajar. Cualquier motivo es bueno. Esta excursión ha celebrado el segundo fin de semana de marzo del 21.

Buen tiempo en general aunque las noches son aún muy frías en esta zona.

El objetivo era esta vez  El Collsacabra (literalmente "puerto la cabra) que es una comarca natural al este de la Plana de Vic. Este es un altiplano con acantilados erosionados por el  Río Ter, de una altitud media de 1.100 metros y constituido geológicamente por margas y greses. La distancia desde Barcelona hasta Roda de Ter, nuestra base, es de 80 km, poco más de una hora.

El Río Ter tiene dos pantanos contiguos y construidos a comienzos de los años 60, el de Sau y a continuación el de Susqueda, que sepultaron bajo las aguas los pueblos del mismo nombre. 

San Román de Sau (Barcelona) | Fuente: Catalunya.com

Hay varios itinerarios para caminar en las riberas del pantano de Sau desde Roda de Ter. No tienen ninguna dificultad y están bien señalizados. Para cambiar de panorama también están los distintos itinerarios de las faltas de Collsacabra.

Nosotros hicimos una combinación de dos itinerarios: el de ribera en el pantano de Sau y el de sierra en L'Esquirol.

De Roda sale el camino que escogimos a la ermita de San Sebastián, que asciende suavemente a unos pastos y alguna granja. Se desciende de nuevo al pantano por un borde rocoso y se regresa al punto de origen  en unas tres horas y poco más de 11 km.

Hay varios y buenos lugares en donde pernoctar con la furgoneta. Buscamos a propósito la oscuridad plena y la encontramos en la ribera norte del pantano, a pocos metros de la ermita de San Salvador de Códol. Hay que prever una noche fría que en esta ocasión llegó a -0,5º pero que con un buen edredón se lleva muy bien.


La segunda ruta, algo más larga que la del sábado, nos llevó desde el pueblo de L'Esquirol, a 10 km, de Roda, hasta Cantonigrós sobre un acantilado de la sierra. Esta ruta circular de unos 10 km. permite visitar la Foradada, un recogido lugar en el que se precipita la Riera de les Gorgues en una cascada de 20 metros. El regreso, menos interesante, puede hacerse por el antiguo Camino real de Vic. 

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miércoles, 17 de febrero de 2021

Valentina P.R. 6. Parque natural de Aiguamolls del Ampurdán. Castellón de Ampurias. Gerona

Tiempo crudo para salir en la furgoneta, pero con buen ánimo hicimos esta excursión en febrero de 2021. 

Frío moderado con algo de viento en un entorno natural y solitario. Nuestro centro de operaciones fue Castellón de Ampurias, a tan solo 13 km. de Figueras y 130 de Barcelona. 

Viajando el sábado temprano y regresando el domingo por la tarde/noche es tiempo suficiente para hacer una buena caminata y, de regalo, visitar  Castellón, San Pedro Pescador y San Martín de Ampurias.

El principal objetivo era el Parque Natural de Aiguamolls (pantanal). Se trata de un territorio preservado con estanques de agua dulce, dunas, una formidable playa y multitud de especies de aves migratorias. Hay varios itinerarios para caminar, aunque en esta época invernal aún quedan senderos inundados que no son transitables. Pero hay buenas alternativas y la orientación en los recorridos no tiene dificultad alguna. 

La caminata que hicimos en esta ocasión suponía más de 15 km. en sentido anti horario y empleamos 5 horas en recorrerlos, entretenidos en las casetas vigías desde las que se pueden observar los pájaros y hacer un silencioso pícnic. Los diferentes itinerarios están muy bien señalizados.

La extensa playa de Can Comes, de más de 3.000 metros, alcanza hasta los límites de Ampuriabrava. En proceso de regeneración dunar encontramos el arenal lleno de restos de árboles y ramas arrastrados por las mareas.

Playa de Can Comes

Hay un buen aparcamiento en el Estanque del Cortalet, a 5 km de Castellón en la carretera de San Pedro. Tiene barrera automática de entrada pero hay que sacar un tique de 5 euros si se sale antes de que cierre el Parque y la barrera quede levantada. Descubrimos otro aparcamiento siguiendo poco más de 1 km en la carretera a San Pedro y que antecede al Camping Nautic Almata. Este aparcamiento se llama Mas Mata y es gratuito.


Elegimos para dormir el aparcamiento del Cortalet. No había nadie y la oscuridad era casi completa a excepción de un único foco que ayudaba a la tarea de hacer la cena sin tirar de batería. Con todo hay más sitios para pernoctar en las cercanías y en el propio pueblo de Castellón, cerca del polideportivo, hay puntos de luz, una fuente y servicios que puede que estén abiertos.

El fin de semana da margen para recorrer el interesante núcleo medieval de Castellón y el bien dispuesto Museo de la harina. También un paseo hasta San Pedro Pescador, la Gola del Fluviá y el pueblo poco conocido de San Martín de Ampurias y las contiguas ruinas de la ciudad greco-romana.