martes, 26 de abril de 2022

¿Tiempo perdido?

Entrenar en bicicleta para poder afrontar la próxima travesía en mínimas condiciones es bastante aburrido. El camino se repite con ligeras variantes porque me mantengo en carriles bici lejos de los coches y no hay mucho en dónde elegir. Ni tan mal, que puedo hacer casi 30 km. desde casa sin preocuparme. Entre la ida y la vuelta, claro.

Para incentivarme, alguna vez voy directo hasta un bar con terraza regentado por un chino joven y simpático que prepara el segundo desayuno del día con un pequeño bocata de tortilla francesa hecha sobre la marcha y un café.

Hoy ya hemos empezado a asomar del agujero del largo invierno, con un sol radiante y una animación de gente creciente en la calle; tanto, que no había mesa libre en la terraza. Casi todas estaban ocupadas por estudiantes de la Escuela de Ingeniería de la UPC, ruidosos, desenfadados  y alegres. A las 11 de la mañana pudiera parecer que estaban perdiendo el tiempo. No lo creo.

Esta compañía estudiantil de la pausa china me ha hecho recordar los tiempos de la Universidad de los 70. 

En mi caso, aunque tenía "clases" en el turno de tarde, mi jornada empezaba a primera hora después de comer, con un ensayo en los locales del coro universitario, precedido por algún disputado torneo de ping-pong entre los agresivos bajos y los defensivos tenores. 

Al terminar, sobre las 5 y pico, éramos muchos los que nos mudábamos al cercano café España, territorio preferente de jubilados y funcionarios de jornada continua. Tomábamos café, charlábamos a granel y reíamos sin medida de nuestras propias ocurrencias. No había prisa alguna.


Pasamos allí muchas horas de muchos días. Más aún en los días de invierno en que el España tenía tan buena temperatura. Es posible que alguna vez sintiera el remordimiento de no zafarme de aquella entretenida compañía y marchar a mis obligaciones escolares. Aquellas clases tan útiles y divertidas.

Simpatizo con estos universitarios, nacidos en este siglo, que inundan la terraza primaveral del bar chino. Ahora, como entonces, seguramente no perdíamos el tiempo.

Islas Cies. Julio de 1977





jueves, 21 de abril de 2022

Cortijo del Fraile. Rodalquilar, Almería

Deambular con Valentina por cualquier parte nos lleva a dormir en lugares inesperados.

Poco a poco nos vamos especializando en encontrar rincones solitarios que nos aseguren el silencio y la tranquilidad en un ambiente lo más natural posible. Y cuando hay suerte, encontrar cerca una fuente.

Estos días pasados de la Semana Santa de 2022 nos han brindado tres lugares de pernocta singulares, todos ellos en Almería: La Almadraba de Monteleva, en Cabo de Gata, La cala del embarcadero, en Los Escullos y El cortijo del Fraile, en Los Albaricoques. 

El Cortijo del Fraile ya ha sido nuestro destino por tercera vez. En una ocasión fuimos allí desde Rodalquilar (unos 6 km) en bicicleta, en otra más reciente , por el mismo camino minero, a pie ida y vuelta y, por último, estos pasados días en la T4 Valentina por una pista desde Albaricoques (5 km), así que hemos podido dormir en la plena oscuridad, en el silencio y soledad completos.

La Almadraba:





Los Escullos:



Cortijo del Fraile:





Para ver el vídeo de Canal Sur Turismo:  PICAR AQUÍ