Esta ha sido mi segunda visita a la ciudad, tan lejos ya de aquella primera llegada de 2010 en el tremendo calor de abril.
Entonces, en 2010, hacía tan solo dos o tres días que había llegado por primera vez a India, vía Delhi, y la inmersión en la ciudad suponía un gran desafío, ignorante como estaba de casi todo.
Esta vez he llegado doblemente veterano. Trotado por los dos meses de aquel viaje y y pos los 40 días que llevo ahora en India conociendo el sur desde Chennai hasta aquí.
Me he podido desenvolver con soltura por la ciudad, por sus calles y por tanta singularidad como tiene Bombay. La primera vez caminaba parapetado por mis prejuicios y la ignorancia de la ciudad, tan enorme, y también del país.
Bombay es verdaderamente una ciudad extraordinaria.
Estos tres días, que solo querían ser la prudente aproximación al vuelo largo que me espera para regresar a casa, se han convertido, con mérito, en una de las etapas de mi viaje.
Coincide además que uno de estos día, ayer, fue domingo y pude transitar por avenidas vacías como si en un truco publicitario hubieran borrado la agitación y el estruendo que genera la actividad incesante de esta urbe.....menos en domingo.
Bajé caminando hasta Colaba, callejeando y deteniéndome en los pequeños oficios que a diario quedan tapados por el ruido pero que siempre estan abiertos, como los barberos callejeros, los cuidadores de oídos o pequeños carritos de te. También los espacios silenciosos para el juego de cartas sobre el suelo, las siestas en los jardines o el paseo multitudinario a la Puerta de la India, en el puerto.
Los habitantes de esta ciudad, que imagino venidos de todas partes, son verdaderamente cosmopolitas, sonrientes, corteses y sobre todo alegres. Algunos patrones de restaurantes en los que he comido han venido amablemente a saludarme, he podido conversar con gente siempre curiosa y animada y he quedado inopresionado de como al final del día, en esos trenes suburbanos a los que hay que subirse antes de que se detengan o sino no hay forma de entrar, la gente sonrie, da y acepta bromas y encara con paciencia los 40 o mas minutos que les quedan para volver desde el centro a la estación de origen.
Verdaderamente, es esta una ciudad extraordinaria, vibrante, vivida por tanta gente singular.