Para nosotros, las letras son poca cosa tomadas una a una pero algunas palabras evocan por si solas un caudal, a veces muy intenso, de sensaciones y nos provocan toda clase de emociones.
En el bar Dolce Vita de Diu, hay una especie de tablón de anuncios en la pared con mapas y algunos impresos turísticos. También hay a un lado un pequeño croquis hecho a mano que parece un plano del tesoro. Y lo es. Indica la manera de llegar a Simbor, a unos 30 kilómetros de distancia de Diu.
Hace unos días había leído en un blog sobre India la recomendación de acercarse a ese lugar.
Asi que llegue a Simbor en mi motilla en una de estas mañanas por cruces, puentes, atascos, carreteras sin asfaltar y, finalmente, un camino que termino siendo senda. En la aldea hay poco menos que nada. Solo pueden verse chozas de palma y unas barcas volcadas en la marea baja.
Camine lentamente, con las manos juntas a la espalda, por secaderos de pescado, parándome en cuclillas junto a los carpinteros de ribera y saludando a los niños que querían a toda costa ser fotografiados y ver luego el resultado entre risas.
La aldea era completamente abierta, sin nada que impidiera el paso pero, al tiempo, había vallas invisibles que preservaban el verdadero interior del pueblo. Por suerte eso sique siendo un misterio.
Había en mi cabeza un montón de palabras prestas a salir a hacer la crónica del hallazgo: Pobreza. supervivencia, aislamiento, ….Las guarde de inmediato. Para nada me servían.
Solo con volver a mirar estas fotos, al instante, surgen esas palabras, sensaciones, sentimientos.
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