Documentos de Viaje

jueves, 6 de octubre de 2016

La travesía de Baja California en Rodadas

La revista digital Rodadas, que reúne a los aficionados a viajar en bicicleta, ha alojado entre sus viajes por América el que hice entre 2015 y 2016 desde Los Ángeles hasta la Paz.


Pica este enlace para leer más.




Y también ha incorporado la guía, con otro contenido, dentro del proyecto "Panamericana", pensado para los cicloviajeros que atraviesan el continente entero.


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lunes, 3 de octubre de 2016

Sierra Morena. Un tramo en bicicleta


Agosto de 2016


La Sierra Morena es un espacio geográfico que habita en nuestra memoria. Aparece como escenario de la historia de las fronteras medievales, de las leyendas modernas de bandoleros e invasores y de los tiempos actuales de puesta en valor de los espacios naturales.

Sobre el terreno sorprende un territorio tan amplio, escasamente habitado, en el que pueden sortearse las vías de comunicación, atravesar bosques y secanos en donde no se espera a nadie y, en verano, resistir el calor envuelto en un silencio ardiente y pacífico.

Sierra Morena se presta a un recorrido con continuidad, a pie, a caballo o en bici, que va desde la frontera portuguesa hasta Despeñaperros, con más de 500 kilómetros de carriles, veredas de trashumancia y caminos, siguiendo el GR 48 por las provincias andaluzas de Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén. En esta ocasión, la travesía abarcó algo menos de la mitad del recorrido posible, desde Santa Olalla de Cala, en Huelva, hasta Cerro Muriano, en la provincia de Córdoba.

Entre la meseta castellana y la depresión del río Guadalquivir, la Sierra se presenta ondulada, predominando una sucesión de colinas entre los 150 y 250 metros de altitud y algunos collados, de laderas normalmente suaves, que pueden alcanzar los 400 metros de altitud. No hay cursos reseñables de agua y si algunos pantanos en la ruta o muy próximos.



¿Cuál es la mejor época para ir?

No hay duda de que en la primavera o el otoño, con sus temperaturas moderadas y las vistosa transformaciones del paisaje que ofrecen esas estaciones, son los días ideales para adentrarse en estos caminos. En nuestro caso, el reto ha sido rodar en pleno verano. Sin duda es desaconsejable, pero apto para gente intrépida y, al tiempo, prudente.


Como cabe imaginar, los días resultaron abrasadores, con temperaturas máximas diarias que no bajaron de 32 grados y que llegaron a alcanzar los 36 o 37 al aproximarnos al Guadalquivir. Las noches fueron menos agobiantes, con temperaturas entre los 21 y los 24 grados.



Estas temperaturas nos llevaron a la búsqueda de distintas estrategias para aminorar su impacto. Teniendo en cuenta que no conseguíamos salir antes de las 9 o 9,30, el mejor plan resultó ser rodar hasta las 14 horas (12 hora solar) tirar la lona bajo una encina y dejar pasar las peores horas comiendo, dormitando o conversando, hasta que se retomaba la marcha a las 17:30 o 18 horas hasta las 20, o algo más si era necesario.


Para leer más y tener una guía completa, picar este enlace:


http://400dias.blogspot.com.es/p/sierra-morena-de-santa-olalla-cerro.html

sábado, 30 de julio de 2016

Una mañana en Ojos Negros

La felicidad de un ciclista tiene mil caras. Infinitas posibilidades de las que la mayoria son sencillas y accesibles.

Esta mañana en Ojos Negros, cerca de Ensenada, estoy feliz porque no tengo ruta. Descanso. Un día sin pedalear es verdaderamente felicidad para un ciclista. Y que me dices de desayunar sentado en un banco conversando sobre vinos con un par de nuevos amigos?

Y si contamos con que desperté en una buena cama, sin horario, sin nada que hacer hoy en todo el dia?

Felicidad como comprobar que al final de una cuesta infinita no puede esperarse otra cosa que una bajada tendida; detenerse unos minutos a tomar aliento y llevar un buen par de galletas para festejar el momento; parar en un subway y poder charlar un rato con tu chica a 10.000 km y a 9 horas de distancia. Correr la cremallera de tu diminuta tienda y sentirte bien cobijado y rodeado por las elegidas piezas de tu equipo de cocinar y de dormir confortablemente.

Esta mañana en Ojos Negros se reunen todos los motivos de felicidad. Descubri, además, que en este minimo pueblo tambien hay biblioteca. Voy para alla. Extasis del ciclista.

jueves, 9 de junio de 2016

De vuelta


Hoy me he despertado de vuelta a la vida normal.

Cuando dejo de caminar, como de pedalear sobre la bicicleta, llega este día de cambio, de desconcierto.

Parece ser que el viaje ha terminado. Un reto que se ha conseguido y habría que celebrarlo. Pero, en realidad, yo no veo una línea en el suelo que diga "meta".



Siento tan sólo una suspensión, un tiempo de descanso, y al levantar la mirada del suelo trato de imaginar hasta donde llegaré la próxima vez.

Hoy toca volver a los días confortables. Regresar a la vida bien organizada y alejada de la intemperie de los caminos. Descanso para el cuerpo y alivio a la soledad de estas jornadas de junio.

Amor, familia y amigos. Ahí está de nuevo mi recompensa.

Vamos ahora a "andar" la vida.




martes, 7 de junio de 2016

Etapas largas

Llamó así a las jornadas en las que camino más de 30 kilómetros. Para mi son "etapas reina",  en homenaje a los días duros de los ciclistas de ruta.

En esta sesión portuguesa de Península, para doblar al fin el Cabo de San Vicente,  he hecho dos de estas etapas. Una el sábado desde Raposeira a Arrifane de 35 km y otra ayer de Ocedeixe a Almograves de 32 km. En los días días hacía calor, aunque moderado

Hay que pensárselo bien antes de lanzarse a esas distancias. Las cuatro reglas adicionales de mi preparación que sigo para estos casos son:

Preparar la tarde anterior tres raciones de espaguetis con carne y tomate. Una para cena, otra para desayuno y la última para el camino.

Empezar y terminar la jornada lo antes posible e intentar no sobrepasar las 8 horas en ruta.

Ser riguroso en los descansos. 5 minutos cada hora, sin sentarse, y dos descansos intermedios mayores de 20 minutos para comer y 20 para el café+cocacola de la sexta hora.

Mantener en todo momento la concentración y alimentarla de estímulos positivos.

Tantas horas caminando sólo dan para mucho. A veces me crezco y pienso en alcanzar el hito de los 40 km pero al siguiente rato me entretengo quitándome tan peregrinas ideas de la cabeza.

Quien sabe!

jueves, 2 de junio de 2016

Me guarda el silencio


La mayor parte del tiempo transito por caminos vacíos.

Es verdad que en algunas playas o en pequenhos pueblos costeros se agitan los primeros turistas de la temporada pero en tantos kilómetros puede decirse que no hay nadie.


Todo el ruido sale de mis pasos: el golpe ritmico de mis palos contra el suelo, la caída suave de mis botas a cada paso y el aire silencioso que choca con mis orejas.

Afuera, es el silencio el que me guarda. El que se queda cuando ya me pierdo en un recodo



lunes, 30 de mayo de 2016

Guías azules



Ya me he acostumbrado a ir sin mapa de papel en la mano. Descargo en el móvil los tramos que necesito y el teléfono es capaz de mostrarme  la zona por la que transito sin tener siquiera conexión, ni de datos ni de internet.

Pero en realidad no es esta novedad lo que me ha hecho dejar el plano de papel en casa. Es ese punto azul que parpadea en la pantalla y que me dice en donde estoy. En realidad, mirar una y otra vez el mapa de papel era una indagación sobre en dónde podrías encontrarte. Sin este dadto de nada podía hacerse sobre la dirección a tomar.

Así que con mi pequenho punto azul que parpadea sigo mi rumbo hacia el oeste por la costa de Portugal. Pero mi confianza no es completa. Otro azul, el mar, acota mi camino y la Ría Formosa con sus mil brazos en torno a Faro hace sus propios trazos sobre la tierra. Si no vigilas el azul del agua termina por cerrarte el paso y darte la vuelta.

Trato de dejar el azul del agua siempre a mi izquierda, al sur, Agua azul al sur y marca azul en la pantalla que enciendo sobre mi mano.









lunes, 23 de mayo de 2016

De nuevo en camino. Península.

Vuelvo a las andadas, nunca mejor dicho :-)

En dos días regreso al sur. Retomaré en Ayamonte la ruta hasta el Cabo de San Vicente que dejé atascada el año pasado por una lesión en el pié. Confío en haber aprendido de los errores de entonces.

¿He hecho los deberes? Creo que si.

Lo primero fue jubilar a mis viejas botas que llevaban ya un montón de viajes y comprar otras que he ablandado con paciencia desde el verano pasado.


Además, este año he entrenado a conciencia: Han sido 41 sesiones desde que volví de México a principios de febrero. Desde inicios de marzo abandoné la bici y tan solo he caminado. Habré entrenado en este tiempo unas 70 horas y recorrido más de 350 kilómetros. En mayo añadí a mis entrenos los palos nórdicos y la mochila en lastre de 5 kilos. Predominantemente subiendo y bajando de la sierra cercana a casa.

También he mejorado mi equipo con una nueva mochila con adaptación a mi espalda y he suprimido el equipo de acampada a excepción de un saco de dormir ligero.


Mi hoja de ruta tiene ahora etapas menos ambiciosas y un comienzo más moderado en las distancias a recorrer. Ya tengo afinadas mis primeras noches, entre albergues de juventud portugueses, acogedores y económicos,  y la hospitalidad de mis amigos de couchsurfing en Olhao, Faro y Loulé.  

Vuelvo confiado a Península, mi gran viaje de pequeños pasos.  Me parece que esta es la undécima vez que me pongo en camino para intentar recorrer el contorno de la península en la que vivo.  Pura geografía.    
 

Los días son largos en mayo y un aire limpio invade los caminos. Las mañanas caminando junto al mar se hacen tibias y azules. Es hora ya de encontrarme de nuevo en Portugal, entre portugueses calmados y pacientes. 

Estoy preparado para saborear sus secretos.

martes, 19 de enero de 2016

Señora Chocolate

Mi amigo Emilio propone vivir con la mayor adaptación posible a nuestra esencia biológica. Lograrlo se parecería así a un fluir permanente , que sea capaz de virar o cambiar de rumbo a la vista de las circunstancias.


Este viaje mejicano toma inspiración de esa propuesta, entre otras, y he procurado fluir más ahora que en periplos anteriores. Me ayuda el haber renunciado en buena parte del recorrido a mis detallados planes ciclistas. También el que ya es completo mi desinterés por los monumentos y otras acreditadas joyas turísticas.

Así que me dejo guiar por la realidad que encuentro a cada giro del camino. Acepto ser invitado, detenido, interrogado, conquistado. Me dispongo también, con agrado,al oficio que toca cuando me apeó de la bicicleta: cocinero, traductor, agenda, guía, cuentista. Así, mi contacto con el país está siendo más vivo, más rico y muy atento a todas las distracciones.

Como a un perro ciclista, algunos mejicanos me encontraron en la calle y he ido haciendo amigos que no sueltan mi estela, que preguntan cada poco que a dónde me llegó o que me dan los buenos días a distancia. Todos me alientan y protegen.


En un duró día de carretera, en Oaxaca, me detuve en una panadería a recuperar el resuello para encarar las empinadas cuestas que me esperaban. Aquellas hermosas roscas de reyes pedían un buen chocolate para mojar pero la bebida no estaba en el menú. No obstante, la matriarca se ofreció a hacerlo en su propia cocina y allí, sobre el mostrador, sacó un buen razón asediado de trozos de rosca.

Arrimé un taburete y me puse a disfrutar de aquel delicioso desayuno en completo recogimiento. Mientras, se iniciaba en a tienda un parlamento tenso entre el panadero y un cliente. Al poco, Doña Chocolate salió y tomó las riendas del asunto que, entonces, comprendí como serio.

Un nieto joven había tenido un incidente en una moto con otro chico. Se debieron cruzar ofensas graves y un hermano del agraviado era el visitante de la panadería que había acudido al llamado de la matriarca.

Aquella mujer habló con tal sinceridad y justeza que hizo que me concentrara por completo en sus palabras. Concentrada, hábil, resuelta y prudente, la suya era una exhibición de siglos de civilización humana que arrinconaba al conflicto a una solución positiva.

Cuando terminó, mandando recado para que los padres vinieran a ser desagraviados  y el joven se fue, felicité a la señora y le dije cuanto había aprendido de ella. 

No dijo nada. Me abrazó. Aquel cuerpo menudo y diminuto pegado al mío transmitía verdad. Me dejé.