Documentos de Viaje

jueves, 27 de mayo de 2010

Bajo el árbol


El primer destino de mi padre como Teniente Interventor Ayudante en el Protectorado de Marruecos fue en Dar-Driuch, Rif. Entre las tareas que el tenia encomendadas estaba visitar cada cierto tiempo a los notables de algunas cabilas en el camino de  Puerto Capaz (hoy El Jebha)

Ese viaje a principios de 1954 era de mas de un día y mi padre se hacia acompañar de un soldado de la mehadnia además de sus monturas. La visita era muy diplomática: el saludo a las autoridades locales, aceptar un largo te con dulces y asistir a una reunión mas numerosa en la que se trataban los asuntos públicos pendientes como las fuentes, el arreglo de caminos o la puesta en marcha de un dispensario médico. Esas reuniones se celebraban al aire libre, a la sombra de un árbol. He visto esas fotos y buscare alguna para publicarlas aquí.

Esos árboles singulares han sido siempre y en todas partes un lugar de reunión. He observado muchos de ellos en India. Incluso he podido imaginar que el desplazamiento del centro de las poblaciones o el simple paso del tiempo ha dejado a algunos de ellos al margen de la vida que se sigue desarrollando ya en otra parte.

En Jaisalmer, Rajastan, hay un hermoso árbol de reunión, muy cerca de la fortaleza, que sigue plenamente en activo. Hemos pasado durante varios días y a todas horas por su cercanía y siempre tiene compañia bajo su amplia sombra 

Aquí han tenido la excelente idea de crear un banco elevado alrededor del tronco y así se evita que las vacas se coman las ramas mas bajas y ensucien el suelo que lo rodea. El pedestal, que es cuadrado, bien puede tener cuatro metros de lado y sirve de acomodo a un buen puñado de gente que al amparo de su sombra espera, dormita, come un pequeño refrigerio o lo que precise.

Como quiera que la sombra de este árbol es ancha, en sus contornos se apostan minimos puestos de refrescos y frutas. El abrigo del sol sirve para todo su recorrido.


A cualquier hora que pases cerca de la muralla allí esta el árbol y su invitación permanente a detenerte y buscarte un hueco, a tumbarte bajo su cielo verde o a refrescar la boca con un zumo de limón con hielo, soda y pimienta.