Documentos de Viaje

sábado, 28 de noviembre de 2015

Desierto

Hace unos10 años leí un libro de Rafael Manrique titulado "La densidad del desierto" A la vuelta de un viaje al Sahara evocaba de manera sutil y admirable la sorpresa de encontrar densidad en donde se esperaba vacío. Inmenso.
He seguido en mi ruta hasta el paralelo 28 Norte un trazado que atravesaba varios desiertos. Unos con nombre acreditado en los mapas, como Los Cirios o Vizcaíno y otros tan modestos q nadie se entretuvo en ponerles nombre.
Escrutando bajo el sol, aun cegador en noviembre, intentaba distinguir cuando el terreno que atravesaba era desierto y cuando un acreditado secarral. Acaso el silencio, la ausencia de pájaros, el paisaje casi invariable hacían desierto? Los cactus erguidos como centinelas o yacentes como jinetes abatidos, abandonados como solitarios vigías de noches frías eran quienes se apoderaban de esos recodos del mapa llamados desiertos?
Tan seguro de que no están vacíos lo es la expulsión que esos espacios han decretado para los humanos. Sin agua, sin electricidad, sin gasolineras, sin señal de móvil casi nadie sobrevive. Coco en Bahía o Yuyin en Chapala resisten aún.
No tengo miedo cuando ruedo y he acampado en lugares solitarios y remotos desde cualquier punto de vista pero esta vez, más allá de los bordes de la carretera, poblados de cristales y llantas deshechas, me pareció que no había acomodo para mi carpa. Ni siquiera un pequeño hueco.
Desierto impenetrable. Denso.

jueves, 19 de noviembre de 2015

6:30 a.m.

_Tome señor. Ahi tiene su cambio.
_Que le vaya muy bien.
_Cuidese mucho.

Este es el saludo que me termina de despertar a tan temprana hora en el Starbucks de Chula Vista, a las afueras de San Diego, en California.

Claro, la atenta empleada es mejicana. Su idioma suena perfecto y anticipa la amabilidad que espero encontrar en Mexico. Todos los ciclistas coinciden en que en ningun lugar de habla española vamos a encontrar tanta amabilidad.

He tenido el atrevimiento de dormir en un rincon discreto al amparo de mi tienda verde y minuscula. Todo un alarde en un estado en que hasta el aire cumple con estrictas normas de circulacion.

Disfrruto de mi cafe absorto en la agitacion de estas tempranas horas. Esta cadena de cafeterias es un hogar para los ciclistas: abre muchas horas, tiene siempre wifi libre, baños impecables y nadie se fija en ti.

Ni siquiera son las 7. Me cuido.